El caso de Cristóbal Alarcón es un crimen de Estado



El caso de Cristóbal Alarcón es un crimen de Estado
(Las armas y los armeros no son los causantes de la violencia capitalista)
Por Antonio Baluarte
07/04/2010

El asesinato de su esposa e hija y el posterior suicidio de Cristóbal Alarcón, un modesto fabricante de armas de San José de Chimbo, constituye un crimen de estado. Esta afirmación puede parecer improcedente y hasta desatinada pero formula toda la verdad de esta tragedia que conmueve a los trabajadores y a los pobres y de la cual debe sacarse conclusiones por toda la sociedad. Nosotros creemos que detrás del arma que disparó a la familia de y al mismo Alarcón estuvo la policía, las leyes del capitalismo estatal, el régimen imperante, quienes apretaron el gatillo fueron ellos. Veamos los hechos.
Hace dos semanas la policía invade el domicilio de Alarcón, le decomisan las armas, las herramientas, producto de su esfuerzo y de su pericia de varios años, le prohíben seguir trabajando, y con él a 42 trabajadores y sus familias, y hasta cínica y cruelmente le recomiendan dedicarse a otro tipo de faena. En un país capitalista del Quinto mundo, donde constituye una insólita lotería poseer trabajo, una ocupación para defender la vida, el aparato de terror del estado no sólo que le quita el trabajo, sino que le expropia sus herramientas, le prohíben ejercer su oficio ¡y hasta le recomiendan desvergonzadamente que cambie de actividad! Como si a la policía y a las fuerzas armadas en su conjunto les dijéramos que su función no tiene nada de relevante, que carece de validez, que están demás y les aconsejaríamos que busquen una actividad productiva, alguna labor que sirva a la comunidad. Que se dediquen a otra cosa. Ya veo la cara que pondría un oficial de la policía, de la marina o del ejército si oyera que le dijeran cara a cara esta sencilla verdad.
El pobre trabajador Cristóbal Alarcón, con deudas y ahora amputado las manos, sin herramientas, sin permiso para ejercer su labor, sin que se le dé ninguna alternativa sino una vaga promesa de forjar muebles metálicos cuando haya contratos o se presente alguna improbable faena que no es de su especialidad, se siente más que desesperado. La vida, los días corren. Ya no tiene para el sustento de él y su familia, se siente convertido en guiñapo, en nada; sabe lo que les sucede a los que no tienen siquiera para alimentarse: caer en los abismos del hambre, la desnutrición, las drogas, la delincuencia. No tiene salida. El estado, el régimen capitalista le pone entre la espada y la pared, no le da ninguna alternativa. Sabe, siente cómo el estado capitalista ha procedido con cientos de miles, de millones de emigrantes, a quienes ha ofrecido el oro y el moro, pero la verdad ha sido sólo el hambre y el desempleo la realidad monda y lironda que luego les obliga a endeudarse y lanzarse a la ciega aventura de la emigración con todo el horror de destrucción de sus familias... ¡Por Dios que más tiene que hacer este pobre trabajador sino lo que ha hecho, con el capitalismo, la policía y el estado capitalista disparando el gatillo!
Pero puede argumentarse, es que la policía sólo cumple con las leyes que prohíben poseer armas sin permiso, peor fabricarlas. Se puede decir que es prohibiendo a los demás la tenencia de armas como se garantiza de alguna manera la seguridad y parar la violencia, los asaltos. Por eso sólo la policía posee el monopolio de la tenencia de armas, sólo ellos pueden poseer armas. Ellos cumplen y hacen cumplir la ley. Puede ser, pero ¿qué culpa tienen los armeros de la violencia desatada por la intrínseca desigualdad del modo de producción capitalista? ¿ Por qué ellos tienen que pagar la presión que ejercen los ricos al régimen dominante de Correa para que éste salga en defensa armada de los ricos y su sistema con el nombre de velar por la seguridad ciudadana? Las armas deben ser de origen extranjero- si son más caras, mejor-,sólo deben estar en manos de la policía, las fuerzas armadas, y de los ciudadanos que, por poseer dinero, necesitan cuidarlo de los ladrones o asaltantes. Esto en realidad nos trata de decir el régimen dominante. En el país no deben fabricarse armas, se debe importarlas y si alguien tiene esa capacidad preciosa de producirlas, se le debe expropiar, quitar sus herramientas y, naturalmente, las armas que produce. Condenarle a ser paria en su propio país. El patriotismo es nacional pero las armas deben ser de origen extranjero.
Aun en el caso de aceptar sin crítica todo este razonamiento, ¿acaso los ciudadanos ricos y los mismos policías no se proveen de armas, sólo que éstas son fabricadas y adquiridas afuera, en otros países? Si tenemos un régimen tan nacionalista que se golpea el pecho y canta todos los días Patria, tierra sagrada, entonces ¿ por qué no prefiere las armas fabricadas por los mismos obreros ecuatorianos? ¿Por qué no reconoce su labor, los premia, los perfecciona, les ayuda a salir adelante, pues su capacidad no la tiene cualquiera? ¿Se puede decir, quizás con razón: No, es que este régimen se preocupa sólo de ciudadanos no de trabajadores. La patria es de todos los ciudadanos no de los trabajadores. Bien, es así. El socialismo del siglo XXI- nos enteramos cada día- es el primer socialismo sin trabajadores, una especie de polo democrático, con la democracia operando sólo en el polo, un socialismo sin sociedad pues quienes hacen la sociedad y son su primera palanca- después de todo- son los obreros. Y son obreros todos los que ejercen alguna función de servicio o de producción social a cambio de un sueldo o salario. Las manos y los cerebros que necesitan un pan para alimentarse- y lo consiguen a través de un pago mensual- son manos y cerebros de la sociedad trabajadora, de la que verdaderamente importa. Si un régimen no se apoya en esta clase mal puede decir que sea socialista, puede ser ciudadano, capitalista de clase media, rindiendo homenaje romántico a la guerrilla castro-guevarista, como el de Chávez o de Evo Morales, pero no es socialista.
Muchos países ya quisieran tener increíbles fabricantes de armas como los compañeros del asesinado Cristóbal Alarcón y como él mismo. Solo hay que tener dos dedos de frente para comprender que este es un oficio de siglos, no es improvisado, no es un negocio, no es algo baladí y circunstancial, es una especie de obra de arte en las manos genuinas y geniales de los armeros. El estado prefiere adquirir helicópteros y hasta armas, rifles-chatarra inservibles a las mafias militares de otros países, pero no reconocer y perfeccionar a sus armeros nacionales a quienes les niega el agua y el aceite y les cierra las puertas con la santurronería cívica patriotera de velar por la propiedad privada capitalista y la seguridad de los ricos.
Por otro lado no son las armas el peligro de la propiedad privada de los ricos. Son los ricos que privan de propiedad a todos y someten al hambre a la mayoría, el peligro mayor de una sociedad sana y basada en el trabajo. Los ricos y su sistema fomentan la desigualdad económica y social, que es la base de la violencia, la corrupción, la prostitución, la inseguridad y la ingobernabilidad. Es impensable que en una sociedad de verdadera igualdad económica y social, donde todos trabajen y posean un gobierno de trabajadores- no de comerciantes, logreros o agiotistas- exista ni violencia ni inseguridad. Y, por consecuencia, en esta sociedad, no habrá necesidad de armas. El arma de este tipo de sociedad no son las armas sino el trabajo y la riqueza compartidos por todos. Y si este socialismo se hace universal será un socialismo que no repartirá pobreza nacional sino riqueza mundial.
La paz de una sociedad mundial socialista, desgraciadamente se asentará sobre la base de la revolución mundial por el socialismo contra el capitalismo. Y en esta tarea las armas son necesarias tarde o temprano. Mientras se mantiene el capitalismo de la corrupción y la desigualdad las armas las consiguen los ricos y los delincuentes, los delincuentes ricos y pobres, el ejército, la policía, es decir de los monopolistas de la fuerza armada que sirven para el interés de la propiedad privada y de los ricos.
Cristóbal Alarcón fue un armero, un trabajador exquisito, cumplía una función productiva, igual que sus compañeros. Si a él lo mató el régimen capitalista, ¿es que no está haciendo lo mismo con sus compañeros? Si el régimen no adquiriera en absoluto armas, si fuera ya socialista, es decir de igualdad económica y social basado en los obreros, entonces se justificaría que ya no habría razón de producir armas ni usarlas, sean estas de origen nacional o foráneo. Pero como es todo lo contrario, porque subsiste el capitalismo y hasta este gobierno dice ser nacionalista- entonces su obligación es perfeccionar a estos obreros, ayudarles a montar una línea de armamento más perfeccionado, ver en ellos su esperanza para no depender de fábricas y comerciantes de armas extranjeros. ¿ O el régimen prefiere seguir asesinando con el arma blanca de la inanición a los compañeros de Cristóbal Alarcón?
Sea cual sea la respuesta del régimen capitalista a esta necesidad social, lo primero que tiene que hacer es reconocer su participación activa, criminal en los luctuosos hechos de Cristóbal Alarcón que conmueven a pobres y trabajadores. El estado debe ser llevado a juicio por los familiares y allegados de Cristóbal Alarcón y las organizaciones proletarias. Esto como parte de una lucha más profunda por el cambio del régimen capitalista ciudadano hacia un régimen socialista de igualdad obrera universal.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
He leído el artículo y es muy bueno, porque no solo es información como en los períodicos o noticiarios sino porque se va a la raíz del problema y además demuestra la falsedad de los "SOCIALISTAS DEL SIGLO XXI"(lobos vestidos de ovejas) que hacen quedar mal al socialismo. Muy agradecido Fabo.

-Esperando que lean mas personas este artículo me despido saludos.

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