El colapso capitalista bajo las leyes del capitalismo




El colapso capitalista bajo las leyes del capitalismo
Por Fabián Núñez Baquero
10/08/2011

Las leyes de obsolescencia y colapso del sistema capitalista, descubiertas por Marx, están presentes en la actual recesión y crisis de crédito de Norteamérica y de Europa. La movilización de la clase obrera y masas oprimidas en España, Grecia, Reino Unido, Francia, la lucha armada en Libia y las caídas de las viejas dictaduras monárquicas en Egipto, Túnez, así como las heroicas acciones de las masas en Siria, Israel, presentan el despliegue inexorable del ejército de la clase obrera empujada por la necesidad subyacente de una revolución mundial y un gobierno obrero planetario. La magnitud de la violencia de la lucha de clases en el Reino Unido, Chile, Israel y Siria- por poner sólo 4 ejemplos- no son sino la respuesta de las masas a la magnitud de la violencia del sistema que les ha condenado a la marginalidad y al hambre.
A la vez el despliegue de la fuerza de pobres y obreros en todos los continentes reafirma el carácter científico de la teoría de la revolución permanente y revolución socialista mundial como la ineludible respuesta a la anarquía y la violencia de la sociedad capitalista.
En esencia la crisis capitalista que se desarrolla desde el 2008 es una confrontación del capital y la fuerza de trabajo, es decir, entre burguesía y clase obrera.
El capitalismo no puede garantizar el pleno empleo porque es en esencia un sistema basado en el desempleo masivo- necesita de un ejército industrial de reserva para imponer la brutal exacción de plusvalía en el globo-. Los millones de parados en España, Grecia, EEUU, en general Europa, África y Latinoamérica, no hacen sino demostrar la operación de la primera y más importante ley del sistema descubierta por Marx, la que instala en un polo a miles de millones de hambrientos en espera de un mendrugo de trabajo y de pan, y en el otro, a un puñado de capitalistas que usufructúan de la acumulación de capital, que es trabajo no pagado de la clase obrera mundial. Los trabajadores se ven obligados a desplazarse por todo el planeta en busca de trabajo y de mejores condiciones de vida: el fenómeno de la emigración de millones a los centros más industrializados, es un fenómeno incoado por la función de esta misma ley fundamental y comprueba una vez más la afirmación de Marx de que el obrero no tiene patria, a la vez que reafirma que el sistema de nación- estado es la plataforma esencial para la exacción de plusvalía de los obreros en todos los continentes.
El crédito sirve también para la extracción de plusvalía

Pero al centro de la crisis del sistema se encuentra también la crisis del crédito capitalista: desde el inicio del colapso del sistema de hipotecas y la quiebra de bancos, aseguradoras y financieras en 2008, hasta la degradación de la economía norteamericana por su deuda de Trillones de dólares y su colosal déficit presupuestario en 2011, lo que está en cuestión es que ya la economía capitalista no puede seguir usufructuando de una plusvalía que todavía no existe, que espera sacar a una clase obrera cada vez más empobrecida y sin trabajo. El crédito, que es usura camuflada, no puede seguir siendo el parásito que consume las famélicas entrañas de la clase obrera, aunque ésta tiene capacidad infinita de sufrimiento y de ser explotada, porque la ley del valor- también un pilar de la ciencia marxista- establece que sin la participación obrera directa, sin la fuerza de trabajo directa y actual, no es posible generar más valor.

El crédito y la especulación financiera tienen un tope- el tope que ahora se ve obligado a reconocer el imperio norteamericano-

La caída del peso de la industria y el ascenso de la especulación es la forma esencial parasitaria que ocasiona la degeneración y el desplome del sistema de la ganancia. Los miles de millones de dólares acumulados por monarcas como Hosni Mubarak
, producto del sudor de los obreros egipcios, no han servido para afianzar la base productiva ni mejorar las condiciones de obreros y pueblo pobre, ni siquiera para el disfrute total de estos monarcas, sino que, depositados en los bancos, éstos lo han destinado para la especulación, para la evaporación de su valor real que ha ido a parar a las arcas de un puñado de multimillonarios.

Lo mismo podemos decir de los trillones de dólares otorgados por el gobierno Obama a los banqueros de EEUU, los cuales-vía especulación y enriquecimiento personal- se apropiaron de plusvalía,a través de la ganancia, trabajo coagulado de los trabajadores y ocasionaron el colapso, para luego, estos mismos parásitos, ser premiados por Obama con más dinero, trabajo coagulado por los obreros norteamericanos.

El presupuesto del estado sirve para favorecer, enriquecer y auxiliar a los capitalistas y las transnacionales, pero el monto de presupuesto nacional es producto de los pulmones de los trabajadores. El déficit y la deuda se producen porque los verdaderos amos del Estado, que son los empresarios y las transnacionales, desvalorizan el valor, transforman el trabajo honrado y duro del obrero- que se ha convertido en dinero y presupuesto-en papeles especulativos, en agio y usura para robar plusvalía presente y futura, para cambiar papeles por riqueza real y concreta. Esta es la forma como la clase obrera es expropiada de su producto, de su riqueza y convertida en paria, en pobre, en carne de cañón de la miseria y el hambre, y, a lo más, en ejército industrial de reserva para la competencia de los salarios, para la llamada “competividad”, que no es sino salvaje exacción de la fuerza de trabajo.

¿A quién debe EEUU?

El trabajo no pagado sirve para la acumulación de la riqueza privada, para que el estado- cuyos dueños son propietarios privados- acumule deuda y déficit, que es la forma de malversación y robo de los capitalistas de la riqueza acumulada por el trabajo obrero, para luego condenarlo a la miseria porque no hay dinero para darle trabajo ni lo hay para ampliar la cobertura a sus necesidades sociales. Eso es lo que sucede en EEUU ahora: los obreros pagan los platos rotos del robo y la malversación de fondos del estado por los capitalistas. Así el obrero, el pobre, es expropiado de todo, incluso del trabajo que ha servido para engordar al capitalista y malversar al estado. Porque ¿a quién debe, en fin de cuentas, la primera potencia capitalista del globo? Simple: a los primeros y más ricos capitalistas del globo. ¿ Con qué pagan la deuda externa Grecia o EEUU?. Fácil: con el trabajo maldito y mal pagado de los obreros de Grecia, de EEUU, y todo el mundo. Mediante el robo de la plusvalía mundial. Cuando en Grecia se venden las empresas a precio de huevo, es para desvalorizar el valor, para que los capitalistas se lleven riqueza real, empresas buenas impulsadas por los obreros, y las conviertan en fondos fáciles y baratos para los agiotistas internacionales, Grecia se vende a un módico 4.5%. Los préstamos y los intereses se pagarán con plusvalía, riñones de obreros.

En verdad, no solo que la crisis capitalista es producto de las propias leyes insertas del sistema donde prima la ganancia, sino que hasta la misma crisis es un negocio, una ganancia más para los pulpos del sistema, los pocos billonarios del mundo. El lucro, la célula cancerosa del sistema de apropiación privada, opera hasta las últimas consecuencias, de la misma manera como la nacionalización de la banca ha servido, en manos de Obama o la burguesía en Irlanda, no para las necesidad de contabilizar el trabajo social o para beneficio del mundo laboral, sino para afianzar el negocio de los agiotistas banqueros y financistas.

La desvalorización del valor

Pero a la vez, el gigantesco desarrollo de la tecnología y la ciencia, la globalización del proceso productivo, el transporte, el comercio, las comunicaciones y el intercambio económico y cultural han creado más que nunca el poderoso despliegue del mercado mundial haciendo sus contradicciones más visibles y barriendo no sólo con la industria nacional sino facilitando el robo de plusvalía real, actual, a la vez que, a través de la especulación financiera, facilitando la desvalorización del valor.

La desvalorización del valor se entiende como el método por el cual- a través del crédito, venta de acciones u operaciones bancarias, los empresarios se apropian de valor real, actual, a través de especulación y operaciones crediticias en espera de consumar una futura plusvalía con la cual pagar la apropiación del valor real, presente.
Esta es la razón real de que trillones de capital desaparecen de la noche a la mañana o que empresas como la General Motors prefieren la actividad especulativa a la misma base industrial que tanto orgullo legítimo fue de la clase obrera. Y esta es también la causa para la caída de la base industrial norteamericana. En la década del 1980 en Ecuador los empresarios vendían miles de empresas- o realizaban las denominadas “quiebras fraudulentas”-, con un cínico pero sincero justificativo: “yo gano más con el capital de mi industria metido en los bancos y las financieras, y hasta me libro del problema laboral”. Ni que se hubieran conversado, ¡así declaraban varios empresarios industriales!

El desmantelamiento de la industria y la producción para vivir de las rentas que produce la especulación financiera- vía crédito, agio-, o de las rentas de materias primas- como el petróleo y el caso venezolano- no sólo que condenan a la sociedad a la dependencia de la importación de alimentos y valor agregado, sino que entran en la espiral de la desvalorización del valor, la evaporación de la riqueza real para dar acceso de la economía de papeles y burbujas especulativas.

La ley científica de la plusvalía- descubierta por Marx en El Capital- establece que el reparto del trabajo no pagado se da entre el propietario de la tierra, el industrial, el banquero. Y habría que añadir El Estado, la palanca mayor de extracción de plusvalía y del cual participan todos los capitalistas. En lugar de ser una palanca para distribución de la riqueza por igual a toda la sociedad, es una palanca que beneficia al propietario privado que manda y domina sobre el estado. Republicanos y demócratas obedecen en última instancia a sus amos billonarios y dueños de las transnacionales, cuando ellos mismo no pertenecen a la alta burguesía. Asambleístas o diputados, senadores o altos funcionarios, instituciones estatales, todos son dominadas por los empresarios privados y las transnacionales.
De modo que la deuda externa- que en fin de fines son préstamos que los dueños del estado le conceden a su estado, al cual lo han esquilmado de antemano, es una consecuencia del manejo de la plusvalía obrera en dos direcciones: exacción de plusvalía cuando los capitalistas y su estado sacan al obrero en la producción y la administración estatal, y exacción de plusvalía cuando desfalcan el erario, malversan fondos, o los negocian en beneficio de la burguesía, que es el trabajo cosificado de la clase obrera- expresado en presupuesto estatal- y que luego debe pagar la clase obrera. No hay educación, seguridad social, servicio médico, antes lo hubo, ¿qué ha pasado?
El negociado burgués evaporó esos valores, los convirtió en déficit, en una montaña de deuda estatal. Esas conquistas, ahora los obreros tendrán que pagar con impuestos, rebaja de salarios, venta de empresas estatales, desocupación, hambre, y a veces, como en el feriado bancario en Ecuador, o la quiebra del banco de ahorros en EEUU, con el producto de sus propios ahorros en metálico.

El Estado es el paño de lágrimas y el trapo sucio a la vez de la clase burguesa gobernante. La dictadura burguesa se expresa a través del garrote del Estado y ese garrote se llama fuerzas armadas. Deben haber notado que en toda crisis jamás tocan los salarios ni las prebendas, mucho menos el presupuesto de las fuerzas armadas. Es que el Estado es sobre todo las fuerzas armadas. Es impensable un estado burgués sin fuerzas armadas profesionales, no podría sostenerse ni un solo día. Así como un estado obrero no puede sostenerse sin milicias populares, con un ejército no pagado, integrado por todo el pueblo. Cuando un Estado obrero da cabida a un ejército profesional, en lugar de la milicia popular, entonces es un claro síntoma de un consistente aburguesamiento del estado obrero, la historia de la revolución bolchevique así lo verifica: cuando el estalinismo habló de la “patria” y del Ejército permanente” y los mantuvo en la realidad, entonces se dieron las condiciones para traicionar y volver al capitalismo.

Entonces el obrero suda para todos, incluso para los militares y se le paga con represión, desempleo, condiciones míseras de vida, si vida puede llamarse el infierno de la sociedad capitalista, con el alquiler de la casa al cuello, con el pánico cotidiano de quedarse sin trabajo, con la dura competencia con su propio hermano, con el fantasma de la emigración o de quedarse en el arroyo.

Pero así como su fuerza de trabajo en fin de fines opera como la causa del enriquecimiento burgués y todos los males para su condición proletaria, de la misma manera su trabajo científico y tecnológico sirve para generar no sólo mejores condiciones de vida para unos pocos, sino que abarata la producción de mercancías. Todas ellas deberían estar en manos de todos, pero al constreñirlas bajo el yugo de la propiedad privada, se constriñe igualmente el acceso a ellas y la producción de ellas. Se da la primacía del capital de insumos y maquinarias antes que al capital humano, al trabajador. Pero el capital constante no produce valor, solo lo transfiere. Y donde hay primacía de las máquinas, se presenta el desbalance de la composición orgánica del capital y se da la ley del hierro de la tendencia decreciente de las ganancias. La economía global cada vez gana menos, el capitalismo tiene la paradoja de considerar que el capitalismo en ciertas áreas no es capitalista puesto que ya no son negocio, no hay ganancia.

Lo que sucede ahora, bajo la manopla de hierro de la tasa decreciente de las ganancias, es que ya la burguesía no considera al capitalismo como buen negocio, la ganancia que obtienen ya no es suficiente para su apetito voraz de riqueza enorme y fácil. Y lo que es peor, si la célula, si el motor de todo el sistema se acaba, entonces el capitalista va a remolque, con el pánico de que sus medradas ganancias luego se conviertan en cero.

Lejos de obtener superávit, la tendencia fundamental en toda la economía es reproducir déficit año tras año y seguir bajo la coyunda de la deuda eterna en un mundo donde el crédito ya no es posible y no es tan barato ni fácil como antes. Donde la clase obrera está virando vertiginosamente hacia la revolución.

Todas estas leyes del capitalismo se combinan de forma puntual y compleja para dar como resultado la inexorable quiebra de un modo de producción capitalista que, como todas las cosas de este bello y efímero universo, tiene que perecer y dar paso a un nuevo modo de producción que no puede ser otro que el socialista.

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