The Failure Of Capitalist Production, el libro del año











The Failure Of Capitalist Production, el libro del año
Por Fabián Núñez Baquero
22/01/2012

Es probable que en la literatura económica del año no exista un libro más importante y decisivo que The Failure Of Capitalist Production (Underlaying Causes of the Great Recession) de Andrew Kliman. Es el estudio más serio sobre el colapso prolongado de un modo de producción que viene manteniendo más de tres décadas de recesión y cuyo drástico declive señala la presencia inequívoca de la ley de la Tasa decreciente de las ganancias descubierta por Marx hace más de 150 años.

Kliman combate la tendencia a ver o utilizar esta ley como un ícono o paradigma eterno y señala el carácter concreto del análisis marxista.
Él no utiliza a Marx como respaldo a su trabajo ni usa su autoridad para ganar crédito para sus descubrimientos. Basa sus referencias en la necesidad de explicar con más precisión lo que a él mismo se le hace difícil explicar. Por lo demás le basta el uso de su brillante imaginación científica para presentar estadísticas de muy creativa elaboración y de indudable originalidad, eso si basadas en datos del Buró de Análisis Económico (BEA), entre otras entidades de solvencia informativa consumada. La destreza dialéctica de Kliman se destaca en que puede conciliar diversos métodos de análisis, por parte de otros autores, y el suyo propio, para cimentar la rigurosa verosimilitud de los resultados. En esas estadísticas hace notar con nítida claridad que no importan tanto las palabras o las asociaciones metodológicas para cuantificar procesos y realidades, sino que los hechos, las realidades que expresan los datos, son más que suficientes para explicar la caída del sistema. Y esta caída no expresa la caída sólo de un tipo de capitalismo que puede ser remplazado por otro, sino del propio capitalismo esencial, el que crea valor y produce mercancías.
La prueba fundamental que aporta es que la economía de los EEUU- la más poderosa del planeta- no se ha recuperado desde la caída de los años de fines de la década de 1970 e inicios de 1980 y que el colapso obedece a la caída de la Tasa de ganancias y al decrecimiento consiguiente de la acumulación de capital, factores que inciden directamente sobre la propia producción capitalista. Con mucha claridad y varias tablas estadísticas y un aparato matemático de extrema sutileza y precisión, demuestra que el problema principal no es la “financialización” de la producción o la traslación del capital a ejercicios parásitos de especulación financiera, sino a la producción misma. Es la producción capitalista la que está en bancarrota y no el denominado neoliberalismo ni sólo el parasitismo financiero y bancario.

Plantea, en suma, la disyuntiva histórica: sea que el proceso económico se lo conduzca hacia un capitalismo de estado, o se mantenga rigurosamente en manos privadas, la economía no sólo que se mantendrá en estancamiento y permanente recesión, sino que entrará cada vez en callejones más difíciles y acaso imposibles de manejar. Este escenario podría significar el agravamiento de las condiciones de vida, ya depauperadas de por sí, de millones de proletarios y pobres en el globo. Kliman dice taxativamente: “Hay que eliminar las leyes del capitalismo”. No existe otra salida. Cuando Kliman habla de que hay que eliminar las leyes del capitalismo, a la vez plantea el concreto y real mundo sin capitalismo. De hecho el sistema de crédito ha sido herido de muerte, la confianza incluso entre los mismos altos mandos del capital no existe.
Marx planteaba que en el capitalismo existe, en esencia, el dominio de las cosas, de las mercancías y del proceso de producción mismo sobre la voluntad y el quehacer de los hombres. La lucha se establece entre un predomino de la relación de cosas: primacía del capital constante- propiedad privada-, sobre el capital variable- fuerza de trabajo- producción de valor. Marx descubrió que la obsolescencia “moral” de la maquinaria y el ascenso de la ciencia y la tecnología dando curso a nuevos inventos, nuevas máquinas, era otro factor que afectaba la composición orgánica de capital y conducía también a la crisis. Nueva tecnología y desempleo masivo hacen que cada día se produzca menos plusvalía, es decir menos ganancia, entonces cae también la acumulación de capital y se recicla la crisis. Y, como se sabe, el motor del capitalismo es la ganancia, la acumulación, si esto cae, cae también todo el sistema. Sólo que la caída se parece más a una prolongada agonía que a una muerte súbita, si no interviene el elemento consciente.

La humanidad no gobierna el proceso productivo sino que el proceso productivo gobierna sobre la humanidad. Es decir que si la ley de la Tasa decreciente de las ganancias se hace presente a través de la primacía del factor de la elevación del capital constante, las máquinas, la tecnología, sobre la fuerza de trabajo, sobre el trabajo vivo del obrero, del empleado, del hombre, en suma, ahora hay que restablecer su opuesto, es decir, la primacía del trabajo vivo del obrero, del capital variable, de la humanidad sobre las cosas, sobre el proceso donde prima el capital constante y la ganancia. Debemos administrar las cosas y poner el trabajo sobre el capital, pero esto implica la apropiación del capital constante ( máquinas nuevas, tecnología, fuerzas productivas) por parte de los trabajadores. Esto es seguramente lo que Marx entendía por “la única ley que él había descubierto”: “la lucha de clases conduce inexorablemente a la dictadura del proletariado”. La lucha de clases- es decir la lucha entre el capital constante, que es trabajo coagulado, apropiado por los capitalistas, y el trabajo vivo, la fuerza de trabajo de la clase obrera que lo produce todo, se expresa en la ley de la tasa decreciente de las ganancias, en el corte de la acumulación del capital, en el cortocircuito de las crisis, en el declive definitivo del modo de producción capitalista y en la necesidad urgente de poner a la humanidad sobre el timón real de las cosas y de la administración del proceso productivo creando- desde las entrañas mismas del capitalismo- el nuevo modo de producción socialista que ya no se basa en la ganancia sino en la defensa de las necesidades de toda la especie en el planeta. En suma, la dictadura del capital, de la administración de las cosas sobre el hombre, se transformará en la dictadura del proletariado, es decir, del trabajo vivo sobre el trabajo muerto, así éste sea representado por las máquinas más sofisticadas, las cuales serán parte de las herramientas de la nueva dictadura donde los propios productores serán dueños de las máquinas creadas por ellos, de su propia producción, donde no trabajarán para otros sino para ellos mismos.
De alguna manera el autor plantea que el estalinismo en la ex URSS., fue un capitalismo de estado y que el salvataje bancario de Bush-Obama que comprometió trillones de dólares, también lo fue. Por eso Kliman taxativamente afirma, son las leyes internas del capitalismo las que deben ser anuladas (p. 196). Lo que significa ni un capitalismo de estado ni un régimen abierto de propiedad privada. Para Kliman el control del capital por parte del estado es un oxímoron, un compuesto de ideas irreconciliables. Una idea muy aguda de Kliman, al respecto, es que a nadie se le puso en la conciencia luchar por el socialismo en la ex URSS, porque suponían que allí existía socialismo y no capitalismo de estado. Querían luchar por una revolución política y no por una revolución social:
Some were willing to critique Russia, China, and other state-capitalist countries to varying degrees. But they too tended to think that the economies of these countries were socialist or on the road to socialism, so that what was needed was not a different mode of production from theirs but political change- “socialism and democracy” instead of socialism from above.
p. 204
Para Trotsky lo que existía en Rusia era estalinismo y no socialismo, era un Estado obrero deformado ni capitalista ni socialista. Basado en este análisis de clase llamaba a una revolución política que restablezca la dictadura del proletariado original. Para él no había duda de que las bases del gobierno obrero y su revolución de 1917 eran socialistas aunque luego corrompidas por la burocracia estalinista.
De modo que la apreciación de Kliman borraría de un solo trazo con la elaboración teórica y la lucha de Trotsky por una revolución política en Rusia. Porque Kliman asigna para Rusia el estatus de “país con capitalismo de estado”. De tal manera que- si se sigue el hilo teórico de Kliman-Trotsky sería responsable por una elaboración teórica falsa y una lucha igualmente sin contenido objetivo. En Rusia- según Kliman- ni siquiera había una tendencia hacia el socialismo. Lo que contradice los trabajos teóricos y la lucha de Trotsky.
Por supuesto, si Kliman se refiere a la época actual, en los dos casos, tanto en el caso de Rusia como el de China, allí en esos dos países existe capitalismo. En este sentido y sólo en éste, tendría razón, si su referencia es al capitalismo actual de Rusia principalmente. Pero el contexto de sus afirmaciones lo desmiente. En Rusia se restableció el capitalismo a inicios de la década de 1990, gracias a la traidora intervención consciente de la burocracia estalinista a través de Gorbachov y Yeltsin, y en China bajo el mismo liderazgo de Mao Zedong y Teng Siao Ping. Por supuesto el proceso revolucionario en estos dos países fueron diferentes: en Rusia hubo una revolución social, con claro programa socialista, cuadros socialistas y organizaciones socialistas. En China, en verdad hubo una revolución política del campesinado medio, sin bases de cuadros socialistas reales, ni organizaciones de obreros, aunque con una prédica verbal de ultrismo socialista.
Así que este es un punto muy delicado que Kliman debe aclarar. No porque cuestione a Trotsky- un marxista no tiene ídolos, así sea el genio más grande del siglo XX como lo fue sin discusión Trotsky-, sino porque tendría que presentar argumentos de solidez innegable para refutar la concepción de la necesidad de la revolución política en un estado obrero ni socialista ni capitalista antes de la restauración del capitalismo en la década de 1990. O, con más precisión: Kliman tendría que demostrar que existía sólo Capitalismo de Estado en tiempos de Lenin y Trotsky.
Pero, en páginas anteriores, Kliman nos da una pista. Refiriéndose a la quasi nacionalización de Fannie Mae y Fredie Mac:
The nationalization of the banks is not socialism…
But there cannot be socialism in one country. What results when you try to have socialism in one country is state-capitalism, a state-run system that is still embedded in the global capitalist economy, and which is still locked into a competitive battle with capitals elsewhere in the world
p. 195
Para los marxistas es evidente que nunca una medida como la nacionalización de los bancos fue considerada socialista. De hecho era parte del programa de transición o programa mínimo para enfrentar a la clase obrera con su tarea máxima: la toma real del poder. Pero parece que Kliman se refiriera a la Rusia actual, capitalista en todo, a la vez que es consciente de la improbabilidad del socialismo en un solo país, teoría y practica de la burocracia estalinista. A la vez que Kliman tiene razón al afirmar que no existe socialismo en un solo país, su afirmación de que existe capitalismo de estado en el país aislado y empotrado en el sistema general capitalista, merece una acotación: En Rusia con Lenin y Trotsky como dirigentes de una revolución consciente de la eliminación de la propiedad privada capitalista, que la eliminaron en la práctica, empezando desde la propiedad privada de la tierra que fue su primer decreto, no puede hablarse de ninguna manera de capitalismo de estado. Como su nombre lo indica éste gobierna todo , utilizando la palanca del estado, a favor del capital y para su mantenimiento. El legítimo gobierno bolchevique de Lenin y Trotsky se asentaba en la dictadura proletaria y no tenían ninguna intención de mantener el capital, aunque, por sobrevivencia del estado obrero, tuvieron que retroceder a la política capitalista de la NEP.
Además los dos líderes al menos eran conscientes de que el hostil entorno capitalista conspiraba para el retorno y la inclusión de Rusia al capitalismo si no se daba una próxima revolución socialista que viniera en su ayuda. Sabían que no existe capitalismo nacional y aislado, entendían que gobernaban un estado obrero ni capitalista ni socialista, sabían que representaban la tendencia, la fuerza hacia el socialismo mundial, pero también sabían que podían ser derrotados si la clase obrera no se movilizaba tras el programa de la revolución socialista mundial. Esta verdad dialéctica es la que defendía Trotsky cuando otros críticos afirmaban- en su propio tiempo- que había capitalismo de estado en Rusia y que se debería atacarla militarmente para derrocar a Stalin y a la burocracia. Fueron Stalin y la burocracia estalinista las que, al abandonar el programa de la revolución socialista internacional, al introducir el nacional socialismo y la dictadura del aparato político sobre el partido y las masas, dieron un viraje a una dictadura sangrienta del líder Stalin sobre el proletariado y sus fuerzas políticas. Pero la base del estado seguía siendo obrero, no había derecho a la propiedad privada.
La tendencia del estado obrero deformado burocráticamente, que no era ni socialista ni proletario, iba, bajo Stalin y la burocracia, cada vez más hacia el capitalismo que hacia el socialismo. Pero de ninguna manera podía hablarse de un capitalismo de estado.
Aparte este punto, es indudable que Kliman combate las falsas teorías de Sweezy y Baran del subconsumismo y las deplorables y débiles teorías de aquellos que descartan y menosprecian la teoría del valor de Marx y, sobre todo, la ley de la Tasa decreciente de las ganancias. Incluso son bienvenidos los cuestionamientos a los reduccionismos o falsos trazos de supuestos teóricos marxistas, que no tienen los pies sobre la tierra y que no realizan análisis concretos y se contentan con la noción general o la abstracción. Hay que recordar que el método marxista siempre se caracterizó por la trascendencia de la elevación de lo abstracto a lo concreto.
Kliman no tiene pretensiones de que su análisis sirva para explicar lo que sucede en otro país sea en América o Europa, pero es evidente que al tratar lo que sucede en una economía como la de EEUU, su trabajo servirá aunque sea como síntoma o planteamiento metodológico para explicar la crisis global. Para nosotros es evidente que el Todo rige a las partes, y el Todo en economía, es el modo de producción capitalista, que es uno solo en todo el globo.

The notion that socialism will come about by means of a party that capture state power and nationalizes the means o production is fundamentally misguided. John Holloway”s ( 2002) book, Change the World without Taking Power, had some important things to say about this.( But one has to read it carefully; he wasn’t saying that socialism can emerge without a challenge to the capitalist state.
P. 204
Todos sabemos que Lenin subrayó en teoría y en la práctica, la decisiva importancia del partido para una revolución de la magnitud y complejidad de la socialista. A Trotsky le resultó difícil entenderlo sino hasta después de largos años de lucha, pero luego lo asimiló con profundidad científica. Por otra parte entendemos con claridad lo que sucedió con el partido bolchevique- creado por Lenin-, convertido, luego de su muerte, en un aparato burocrático del estalinismo y el arma poderosa de la dictadura criminal de Stalin sobre el partido y sobre el proletariado. Surgió del aislamiento del estado obrero y de que no hubo otra revolución que lo acompañara y consolidara. Hasta las fuerzas políticas del capital necesitan de un partido para canalizar sus apetitos personales y de clase. Así como Kliman descubre el error elemental de Baran y Sweezy en su Capital Monopólico, a nosotros nos parece que este error de Kliman de pretender pensar en eliminar las leyes del capitalismo sin organización partidaria, también es elemental: hasta un partido de fútbol necesita de un club que lo organice: es lo que alguna vez dije cuando los Forajidos en Quito no querían ninguna directiva y sólo se dedicaban a la destrucción. Talvez ni el anarquismo más extremo plantee esta tesis. Aunque Kliman diga que hay que tener cuidado que “esto no quiere decir que el socialismo pueda emerger sin un desafío al estado capitalista”. Un desafío sin organización, sin fuerza organizada, es solo una palabra sin contenido alguno. Así como una organización sin cabeza, sin dirección, sin programa, lleva a la nada, a la destrucción y al canibalismo social. Kliman se opone al partido basado en lo que él llama determinismo:
But the problem with the above notion is its political determinism, it implies that political and legal changes, not changes in the actual relations of production”, are the key determinants of social change.
p.204
Es un par dialéctico contundente el que plantea Kliman, sólo que él parece no entenderlo: para cambiar las actuales relaciones de producción, o en otras de sus propias palabras, para anular las leyes del capitalismo, hace falta una organización, la toma del mando general del estado y la economía, para tener la capacidad de generar los cambios legales y políticos, que son la clave determinante para el cambio social. Anular las leyes del capitalismo implica no sólo la más consciente y científica decisión de la sociedad, sino la fuerza organizada como para llevarla adelante. Las leyes- lo saben bien los juristas- no son sino la expresión de hechos ya consumados, puestos por escrito en una serie de normas que ya de alguna manera existen en la propia práctica social. Por ejemplo, cuando los filantrópicos piratas informáticos nos permiten conocer libros que cuestan mucho dinero, sin que a nosotros nos cueste un solo centavo.
Aunque en una forma vaga Kliman lo reconoce unos párrafos más arriba cuando afirma:
When questions about the future are bound up so intimately with day to day strugles, a new human society surely cannot emerge through spontaneous action alone
Estamos de acuerdo, y lo espontáneo es el opuesto de la organización, de un partido, de una cabeza dirigente. Kliman en esto se opone a sí mismo porque dice que no hay necesidad de partido, de cabeza, y a la vez que un cambio es impensable solo con movimiento espontáneo.

Podemos pasar por alto con condescendencia un poco culpable- porque quizás no es obligación de un economista del imperio conocer la colosal obra de Lenin sobre la economía mundial, la situación de los trabajadores y sus condiciones no sólo en Rusia sino en todo el mundo -la afirmación de Kliman de que Lenin no entendió el lugar de la fuerza de trabajo en las relaciones de producción del capitalismo, o que no puede distinguir en su obra El Estado y la Revolución, la diferencia entre el sistema postal y un sistema económico, cosa que es un insulto no sólo para Lenin sino para todos los marxistas. Pero no podemos dejar de decir que Kliman tampoco está enterado de que la primera ley que emitió Lenin fue la anulación de la propiedad privada de la tierra y luego de toda propiedad. Además él sabía, como buen dialéctico, que no se podía romper una soga sino a través de sus hilos, es decir, de país en país, y en Rusia él comenzó la revolución mundial socialista para precisamente llevar a la práctica lo que Kliman repite varias veces, la anulación de las leyes del capitalismo, y él sabía que esto era no sólo un proceso de conocimiento sino también de lucha, de realización práctica. Cuando Kliman declara:
These relationship will remain governed by the laws of capitalist production unless and until those laws are broken, and that will require a thorough transformation of the relations of the production
Esta declaración reafirma la incomprensión de Kliman de que no son las leyes las que producen la transformación sino, al revés, la transformación la que posibilita y fomenta las leyes. Las leyes surgen de la práctica ya realizada, de los hechos consumados. La transformación de las relaciones de producción sólo se puede realizar teniendo el mando, la poderosa palanca del estado, de varios estados, para con métodos revolucionarios expropiar a los expropiadores, eliminar la propiedad privada, el valor, la plusvalía, la ganancia y la acumulación de capital y hacer surgir desde el capitalismo, su opuesto, el socialismo, que ya no se basa ni en la esclavitud salarial, ni en la ganancia, ni en la compra y venta de mercancías, sino en la producción, el trabajo de los propios trabajadores, para beneficio total de ellos mismos, sin que tengan que pagar una máquina militar y burocrática costosa e innecesaria, sin amos, sin desigualdad económica y social, en una sociedad de trabajadores, para y por los trabajadores de todo el globo.


Y en cuanto a la referencia de que ni Lenin comprendió la necesidad de romper la máquina de opresión del capitalismo cuando él cita la referencia que hace Lenin- en su obra El Estado y la Revolución- del sistema postal ruso como paradigma de la economía socialista, Kliman transforma una metáfora activadora, ejemplar, para movilizar a los obreros, como si fuera un hecho real y como un síntoma de que los bolcheviques sólo querían dar directivas manteniendo el capitalismo de estado. Esto es excesivo.
Estas grotescas afirmaciones deslucen el rigor y la capacidad dialéctica demostradas por Kliman a lo largo de un libro que, indudablemente, pese a esto, tiene mucho que enseñar en cuanto al fracaso del capitalismo global y que da la razón- sin darse cuenta cabalmente- a Marx, a Lenin y Trotsky, los grandes maestros del proletariado mundial.

Comentarios

GUILLERMO ha dicho que…
FABIÁN
¡Qué espléndidas y comprensibles explicaciones nos brindas!
Un alón de orejas a Andrew Kliman, por su desconocimiento de la teoría revolucionaria de los gigantes del materialismo científico y dialéctico: MARX, LENIN Y TROTSKY.
En definitiva, este modo de producción capitalista está en agonía, para sepultarle es necesaria la dirección de un Partido Obrero.
¡Proletarios del mundo, uníos!
Un fuerte abrazo revolucionario.

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