El regreso del hijo pródigo



                                       La mano, el trabajo es la única revolución necesaria
 
 
El regreso del hijo pródigo
Correa vuelve al hogar de donde nunca salió
Por Fabián Núñez Baquero
19/06/14
 
Con la entrega de la economía del país a los caníbales voraces del imperio, del Fondo Monetario y Banco Mundial, Correa retorna a su amado hogar capitalista de donde nunca salió y de donde nunca saldrá, refrendando, así, su calidad del mejor representante del capitalismo en el Ecuador y América Latina.
Érase una vez un no tan joven profesor de economía diseñado por el imperio en Bélgica e Illinois y con una mano de gato del Opus Dei,  a quien  le pusieron en la cabeza que podía ser presidente de la república. Para ello debía recorrer de la Ceca a la Meca, aliarse con Dios y el
Diablo y convencer sobre todo a los izquierdosos cubanófilos que él también cantaba himnos al Che Guevara, guitarra en mano, sabía repetir eslóganes castristas como ese de” la patria ya es de todos” al puro estilo liberal martiano y que- no faltaba más- también apoyaba a la guerrilla de las FARC en contra de Santos y Uribe.
 Y claro, aunque nunca supo ni siquiera en qué consiste una hoja volante, o defender tesis políticas, se camufló tan bien que logró convencer a las cáscaras vacías de los liberales de izquierda, a castro guevaristas y movimientos populares, de tal manera que cuando extendió la gorra de las colaboraciones, todos le extendieron no solo la mano sino que le dieron su apoyo politiquero, su patriotería, su fanatismo, su idolatría.
  Los empresarios y banqueros no les faltó mucho tiempo para convencerse que el nuevo genio criollo era tan inocuo como una pasta dental y que les convenía tanto como una tasa de interés leonina. Y entonces le dieron dinero y plataforma para que gane las elecciones. Como se sabe las elecciones- ese invento diseñado para no cambiar nada- gana el que tiene dinero, y al que le apoyan oportunistas tan célebres como los del MPD, el Partido llamado Comunista, los avezados burócratas sindicales,  los sinvergüenzas llamados socialistas, los ponchos dorados y pachacutis al por mayor y demás vividores del famoso espectro politiquero televisivo y radial, por supuesto que tiene que ganar todas las veces que sean necesarias. Y ganó. Y ganó.
 Y seguirá ganando vitaliciamente hasta cuando no haya cuándo y el pueblo se dé cuenta que un nuevo cuentero está permitiendo que se carguen en peso el país desde los capitalistas chinos que son los nuevos dueños del petróleo ecuatoriano, pasando por los chulqueros del Goldam Sachs y terminando con los nuevos ricos de la plutocracia castro guevarista que viajan y se quedan en Cuba, hijos pródigos de la patria liberal de izquierda situada en las Antillas.
Pero los que nunca se han ido y nunca han retornado porque permanecen sólidamente en sus puestos de colosal extracción  de plusvalía son el FMI, el Banco Mundial, el sistema financiero y bancario, que compran bonos de países bananeros como Ecuador, hacen préstamos leoninos pidiendo de garantía el oro que ya se llevaron hace 50 años, gracias a los traidores dictadores militares de la década de 1970. Los que no se fueron y siguen quedándose son los célebres miembros de la partidocracia pelucona que acompañan a Correa. Los asambleístas que son clones de los diputados antiguos pero más degenerados.
El que nunca se ha ido y sigue quedándose en el mismo puesto del capital  es el mismo Correa. Recordarán que prometió no pagar la Deuda Externa. Ha sido el más fiel pagador y hasta se cree que ha hecho un buen negocio al pagar antes los Bonos Global. El juego capitalista consiste en seguir jugando sin importar las normales pérdidas o ganancias. El socialismo real consiste en anular  el juego, todo juego de ganancias o pérdidas, pero Correa nunca ha dejado de jugar.
 Soñó en suplantar al imperio de las ganancias en el mundo para implantar el imperio de las ganancias en América Latina, pero ahora se da cuenta que mejor va jugar en Montecarlo o Las Vegas que en Las Islas Galápagos o Caracas. Correa apuesta a lo grande, para qué crear el Sucre del ALBA si cuenta ya con el dólar duro de las transnacionales que expolian el oriente amazónico, contaminan el hábitat más bello y oxigenado del planeta y se cargan con las vidas de los moradores amazónicos. Y encima va a quedar en la falsa leyenda histórica como defensor del petróleo, el más furibundo defensor del ecosistema. Defiende a “nuestros huaoranis” a quienes han sacado sangre los investigadores del imperio, pero a renglón seguido ataca a los de Sarayacu y hace venias a grandes mineros imperialistas y pone en subasta al Ecuador con Bonos. Dice que no va dañar el Yasuní, muestra la contaminación de la Texaco, pero a continuación abre la puerta para las minas de cobre y para la polución china con trabajadores y empresarios chinos que han comprado el petróleo y su comercialización.
Dice ser socialista con el nuevo cuño del siglo XXI y lo que hace es dar más poderes a la banca capitalista y al sistema financiero  más dañino del planeta, a la vez que pone al cuello de trabajadores y pobres la deuda externa más gravosa y perjudicial que, para pagarla, tendrán que trabajar como esclavos por siglos nuestros nietos y biznietos.
 La estratagema magistral de Correa es haberse camuflado de socialista “moderno” para sostener al capitalismo con palabras de ultraizquierda anticapitalista ferozmente anti-imperial.
Con este método- por el cual nosotros propondremos el Premio Guinnes para él- arrebañó a moros y cristianos, especialmente a moros cuyo catecismo social no rebasaba su apoyo incondicional a Cuba, con lo cual quitó a las masas de los dirigentes protestatarios, es decir, anuló a la izquierda desde la izquierda, convirtió a estos liberales de izquierda en sus servidores incondicionales porque con boca llena no se puede hablar y con un buen puesto y un buen sueldo la revolución es más sabrosa. Se convirtió en filántropo con los bonos de la pobreza, lo que es otra maniobra tan aguda o mayor que la otra para mantener a las masas dopadas con el regalito mensual. Ahora es un ciudadano dictador de la revolución ciudadana que dice hacer lo que la “soberanía” del pueblo le manda, pero que en la práctica es el mandato del Opus Dei y del  Fondo Monetario y el capitalismo el que prima en todas sus acciones.
 Si antes necesitó camuflarse con sus desplantes y vocabulario de hijo pródigo, ahora no tiene para qué hacerlo porque sabe que no tiene oposición real. Ahora subirá el precio del gas, para ganar 800 millones de dólares para la revolución ciudadana, léase para mejores negocios para la élite dominante, lo que no pudieron hacerlo ni siquiera regímenes de la derecha desnuda como Febres Cordero o Borja. Esa medida será tan catastrófica en toda la economía, que  junto a las medidas que impondrá el Fondo Monetario, el desempleo crónico, la pobreza agudizada y el hambre, serán detonantes poderosos para la movilización social contra el capitalismo.
 La caída en picada de las más sólidas economías de Europa y el mismo EEUU pone en el tapete del día los límites y la postración del capital. No es la ganancia lo que necesitamos ahora, sino el trabajo comunitario para la producción global de bienes y servicios que aprovechen a toda la población. El desempleo y la pobreza, la falta de alimentos y vivienda no pueden ser resueltos con el juego mortal de ganancia y pérdidas, de crédito y agio. El único cambio de matriz productiva real  es del capital al trabajo global, de la desigualdad a la igualdad total, de la producción para el beneficio privado a la producción para satisfacer necesidades humanas. El dogal de la propiedad  privada impide la vasta producción de alimentos necesaria para la población. El ejemplo de Venezuela es contundente: el mayor ingreso de petrodólares del mundo no ha servido sino para engordar una economía mercantilista, importadora, en tanto la tierra duerme en manos ociosas privadas. Se impone por tanto la revolución agraria, la entrega en usufructo de la tierra para la colectividad organizada. El capitalismo no puede resolver el problema del desempleo por su propia condición de ser un negocio más de empresarios y capitalistas que consiste en mantener mano de obra barata entre los desocupados.
 Todo el trabajo debe ser organizado de tal manera que nadie deje de colaborar en la producción, pero esto requiere la anulación de la propiedad privada sobre los medios sociales de producción, una sociedad sin ganancia y sí con solidaridad en el trabajo y la satisfacción de las necesidades. La ciencia y la tecnología deben subordinarse no al mercado ni al negocio sino a la búsqueda y realización de las mejores condiciones para la supervivencia del planeta y los seres que lo habitamos. Una sociedad planetaria debe eliminar de por sí las fronteras y el inútil mantenimiento de ejércitos permanentes. El sistema financiero y bancario debe transformarse en un sutil y solvente sistema de contabilidad de los recursos producidos y caja de ahorros para atender imprevistos y catástrofes. Sin estos pasos necesarios aunque difíciles Ecuador, el mundo, no tienen otra salida que no sea la guerra, la confrontación y la barbarie.
 
 
 


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