Corrupción y capitalismo
Corrupción
y capitalismo
( El socialismo del siglo XXI mantiene al capital )
Por Fabián Núñez
Baquero
30/09/16
La pregunta¿cómo
eliminar la corrupción en el mundo?,se transforma en esta otra:¿cómo
eliminar el capitalismo en el mundo? El capitalismo, la ganancia
individual o de grupo procrea la corrupción. La una no puede vivir
sin el otro. Y no es cuestión personal así como no lo es respirar o
dormir. Son fenómenos subyacentes al modo de producción actual. La
generalizada enfermedad de la corrupción y sus secuelas de
catástrofe de la economía y pérdida de confianza entre las
personas y pueblos, el desperdicio colosal de recursos, así como la
falta de planificación de la producción, son problemas cuya
vastedad e importancia ameritan una reflexión profunda.
No podemos aceptar que
etapas superadas de canibalismo subsistan ahora bajo refinados
métodos y modelos asentados en el toma y daca del crédito, paraísos
fiscales, enorme exacción de recursos a través de los bancos y
entidades como el Fondo Monetario y el Banco Europeo o Mundial.
Tampoco podríamos sustentar o defender la existencia del capitalismo
como parte de la naturaleza voraz, depredadora del mono inteligente,
peor aún explicarla en la esencial antropofagia del universo donde
galaxias y agujeros negros se comen los unos a los otros.
No es posible hacer
tales aseveraciones basadas en la abusiva interpolación de hechos de
la física lo que nos llevaría a la imposibilidad absoluta de
cambiar la naturaleza humana y al sistema social y económico basado
en la compra y venta. Tampoco podemos recurrir a justificar el robo y
la rapiña estatal o privada, con ejemplos de la naturaleza
depredadora de animales y seres vivos en la universal cadena
macrobiótica. Si antes fuimos antropófagos y ahora ya no lo somos
es esta una constatación auténtica, una prueba de que podemos
cambiar como animales y como seres inteligentes. Por lo tanto también
es una sólida esperanza de que podemos transformar no solo la actual
naturaleza humana del mono egoísta y depredador, sino la del mismo
sistema social y económico responsable de esa actitud de conducta.
El tiempo y el
sufrimiento enseñaron a la humanidad a cambiar de piel y de hecho la
actitud pedagógica estuvo siempre presente de una persona a otra y
en el clan y en el grupo, por manera que al hacer preguntas y
responderlas, al publicitar nuestro pensamiento, hacemos el papel de
pedagogos para nosotros y para el resto de la familia humana. Si
tenemos escuelas y universidades, si publicamos y leemos libros, si
los escribimos, es por esa inconsciente confianza en la razón y su
labor educadora. Las palabras verdaderas siempre han sostenido al
hombre, al mundo y sirven como puntales para edificar y prever un
nuevo mundo.
Otra pregunta, que casi
es una afirmación y que surge en concordancia con nuestras
inquietudes actuales es: ¿Si podemos como constructores y hombres de
herramientas transformar la materia, los elementos y los mismos
procesos naturales, como cavar montañas, extraer metales, enviar
artefactos al espacio o predecir tormentas o tsunamis,¿por qué no
podríamos cambiar al hombre? ¿Por qué no podríamos metamorfosear
su manera de producir ganancia y propiedad en un sistema de producir
bienes para todos? Es decir ¿por qué no hacer del homo sapiens un
individuo que labore para beneficio de la colectividad y no sólo
para su limitada necesidad personal?
En los hechos hoy
existe trabajo colectivo pero al servicio del enriquecimiento de una
persona o grupo, un trabajo colectivo que no sirve a la colectividad
sino a la apropiación privada.
Trabajo asalariado u ocupación socialista
Hoy el centro del
problema humano es la falta de trabajo, escasez de plazas de empleo.
Los propietarios de las fuerzas productivas, es decir de fábricas,
empresas,los grandes dirigentes del estado, los burócratas mayores,
necesitan cada vez menos gente para mover tan colosales instalaciones
debido al desarrollo científico y tecnológico utilizado con el fin
de producir ganancia y no atender a las necesidades más urgentes y
esenciales del hombre. Quien no tiene estos recursos está supeditado
a la voluntad de empresarios y dueños de la tierra y en general de
las fuerzas productivas.
Los propietarios
restringen su producción a la órbita de sus inmediatos y estrechos
fines de enriquecimiento personal. La demanda es infinita y siempre
la oferta es escasa en este sistema: Hay más demanda de trabajo que
oferta, hay más necesidades que productos para cubrirlas, hay más
concentración de dinero en pocas manos. Existen millonarios que
obtienen beneficios que sólo lo logran millones de personas en un
país o un continente. Por lo tanto el problema del trabajo, del
empleo se reduce a la existencia de propiedad privada. No es posible
el pleno empleo si ésta permanece como realidad en el planeta. Y
mientras mayor es el declive del capitalismo mayor es el índice de
desempleo y hambre. Es lo que sucede ahora en todo el mundo.
Mientras en el plano
tecnológico hemos logrado un orden y una planificación envidiables,
en el plano social en cambio hemos instaurado la anarquía, el
desorden más desastrosos. Y esto porque la planificación sirve para
la apropiación privada. Hay millonarios que ganan el monto reunido
de lo que ganan millones de personas en todo un continente. Es obvio
que manejan colosales fuerzas productivas que deberían servir para
la economía mundial o del continente y no para acumular capital en
bancos y paraísos fiscales. La economía debe estar al servicio de
la vida del hombre y no para el rédito o la acumulación. Entre
tanto millones de seres humanos padecen hambre, no tienen donde
vivir, carecen de trabajo y sus familias se debaten en la miseria y
viven al filo de la desesperación.
Ante esa realidad el
socialismo es la única doctrina científica que ha postulado- y lo
sigue haciendo- la eliminación de la propiedad privada sobre los
medios sociales de producción y el trabajo asalariado en los que se
basa la desigualdad y plantea la planificación económica
centralizada para atender las necesidades de todos sin distinción al
mismo tiempo que pretende eliminar la anarquía de la producción.
Y con ello, se anularía
también la necesidad de la coima, el cohecho,el enriquecimiento
ilícito, el uso del estado para beneficio personal o de familia, la
violencia que engendra la voracidad de la ganancia y, como es lógico,
todo tipo de corrupción. El socialismo ha declarado siempre que la
esencia fundamental del sistema capitalista es la ganancia, la
propiedad privada, la corrupción innata a este sistema.
En la práctica el
sistema capitalista, desde que el socialismo fue fundado hace más de
ciento cincuenta años, no ha hecho sino agudizar más las
condiciones de paupericia y desigualdad a pesar de los inmensos
adelantos científicos y tecnológicos que han sido y son utilizados
en la industria, el comercio,la producción en general, pero siempre
para beneficio privado.
La pobreza agravada e
insoportable hoy cunde en los países más adelantados como Alemania
e Inglaterra y hasta con especial agudeza en el centro del imperio,
EEUU. Ahora ya no es cuestión que veamos solo en el Tercer o Cuarto
mundo; la pobreza extrema se expande en todo el planeta mientras más
se concentra la riqueza en las manos de unos pocos millonarios.
Aunque millones de
seres humanos sufren las consecuencias del sistema de beneficio muy
pocos reflexionan sobre su propia situación y la causa de ella.
Menos aún en cómo superar un sistema que los destruye a través de
la corrupción y la desigualdad.
En escuelas y colegios
no se enseña la noción elemental de sistema económico, como una
categoría que implica a todo el planeta, no sólo a un país y que
ahora no es otro que el sistema capitalista. No se atiende a las
consecuencias de un sistema que se basa sólo en el lucro, lo que
lleva a la corrupción, a la violencia y a la guerra.
Degeneración y colapso del capitalismo
Los Papeles de Panamá
donde se encuentran involucrados miles de capitalistas corruptos que
han puesto su dinero y el de otros en paraísos fiscales solo se toma
como una noticia más de "desvío de fondos", de "evitar
pagos de impuestos", no como la degeneración del capitalismo,
no como la corrupción intrínseca del capitalismo. No es que el caso
de España con miles de involucrados en fraude,robo, enriquecimiento
ilícito y de tener depósitos de dinero mal adquirido en Suiza y
otros países sea el único, no. No es una lacra de América Latina y
Europa,no. La peste es mundial porque el sistema capitalista es
mundial y por supuesto la cura debe ser mundial. Pero la prensa no lo
toma como una consecuencia de la subsistencia del sistema basado en
el crédito, los préstamos, el beneficio de bancos e industriales,la
ganancia para la propiedad privada capitalista que priva de los
bienes necesarios a millones en el globo.
La prensa lo toma como
un dato, como una noticia más, pero no hace reflexiones del porqué
de esta pandemia vergonzosa y mortal que nos está llevando al
exterminio de fuerzas productivas y de fuerzas morales. Y lo que es
peor: la prensa no se toma la molestia de pensar en un atisbo de
intención de ver cómo, de qué manera se para, se detiene esta
corriente letal del sistema del lucro. Y no le pidamos tampoco que
mencione siquiera que solo el socialismo ha planteado el reemplazo de
este sistema de ganancia por un sistema de servicio de todos para
todos, de satisfacción de necesidades de todos sin excepción y sin
discriminación en lugar de correr tras la demencia de la ganancia,
del enriquecimiento envilecedor y enfermizo.
El supuesto fracaso del socialismo
Muchos están prestos a
criticar lo que ellos llaman el “fracaso del socialismo”, “que
no ha triunfado en ninguna parte del mundo”, dicen. Ni siquiera le
dan la razón a la teoría científica mucho menos al magistral
intento de la heroica revolución rusa de 1917 que duró apenas cinco
años antes de ser traicionada y liquidada por la grotesca y criminal
dictadura de Stalin. Este dictador mató a todos los cuadros
revolucionarios que pudieron dirigir verdaderos procesos socialistas
en varios países y en el mundo, además de millones de proletarios.
Su política de socialismo en un solo país permitió no sólo la
subsistencia del capitalismo sino la generación de dictadores como
Mao, Mussolini, Franco, Hitler, Ceascescu... Ellos murieron pero el
problema de la corrupción y el capitalismo sigue en pie. Los héroes
vietnamitas ganaron tres guerras contra el imperio, lograron expulsar
al más grande ejército del mundo, pero no lograron extirpar el
capitalismo. Por eso hoy Vietnam es capitalista.
No son las armas
solamente las necesarias para eliminar el capital pero sobre todo
cuadros socialistas, programa y acción socialistas.
El letal legado del Socialismo del Siglo XXI
Las guerras y
revoluciones en Asia,Europa y América Latina no han sido dirigidas
con el programa de eliminar el capital sino en reformarlo. En usarlo
para beneficio de otros grupos siempre llamados opositores pero que
han poseído la misma filosofía de la ganancia, del imperio del
mercado y la propiedad privada. Grupos y personas han utilizado el
disfraz del socialismo para asaltar a mansalva las arcas del estado
para hacer surgir nuevos ricos, tanto o más depredadores de los que
les antecedieron en el poder. Hitler y Mussolini usaron el disfraz
de socialistas vernáculos para dopar a las masas y dominarlas. El
mismo Stalin fue un trasvesti socialista que logró engañar al mismo
partido revolucionario bolchevique.
De tal manera que los
trasvestismos actuales no son sino una prolongación de los antiguos:
desde Lula en Brasil, ahora enjuiciado por corrupción, hasta
Fernández de Kirchner, enjuiciada por lo mismo. Habrá que esperar
poco para que suceda lo mismo con Ortega en Nicaragua, Correa en
Ecuador, Maduro en Venezuela, Morales en Bolivia, Lobo en El Salvador
y quizá hasta Mujica en Uruguay. Ya Chávez ha sido enjuiciado por
la historia: un dictador militar que enriqueció con millones de
dólares a su familia mientras dio al pueblo el pan de la miseria y
la desesperación de millones de proletarios en un país que es la
segunda potencia de petróleo en el mundo. El único legado de Chávez
ha sido el convertir a su familia en la más acaudalada de Venezuela
y a Venezuela en un caudal de robo y de violencia, de hambrientos y
desechados sociales.
Por supuesto el
socialismo ha perdido autoridad y prestigio con estos engaños
masivos. Y lo que es peor: por su causa la humanidad se encuentra al
umbral del exterminio y la falta de metas. Pero es bueno aclarar que
ni ellos ni el llamado socialismo del siglo XXI tienen nada que hacer
con el socialismo científico, el futuro real de la humanidad.
La era de emigrantes y refugiados
Pero hasta tanto
millones de emigrantes y refugiados deambulan hambrientos y
desocupados, con las manos y el estómago vacíos en varios países y
continentes. Son proletarios que saben lo que es no tener patria ni
almohada para su descanso. Ya Marx en el Manifiesto Comunista
señalaba la esencia apátrida del proletariado y su carácter
internacional. Hoy nadie que esté en sus cabales puede negar esta
afirmación. Esta era es la del proletariado internacional aventado a
las cuatro latitudes del planeta: su refugio está entre la clase
obrera internacional: refugiados de la insensata masacre en Siria ¿a
dónde van? ¿A dónde vuelven sus ojos desesperados? Al horizonte
proletario, a la fraternidad de los pobres. ¿ Acaso los refugiados
colombianos, haitianos, nigerianos, peruanos o cubanos no han
encontrado asilo entre sus hermanos del Ecuador? La colosal
emigración proletaria se da en todos los continentes: proletarios
rumanos, húngaros, españoles ¿no buscan a sus hermanos alemanes?
¿Y no hacen lo mismo los marroquíes y africanos en general cuando
expiran o se salvan en las playas de Grecia, Italia o España? ¿ Y
qué decir de los heroicos obreros latinoamericanos que emigran a
EEUU y a Europa?
Esta era de la
emigración y de los refugiados está presionando a gritos por la
revolución y un gobierno mundial.
Pero existen también-
y estos son los más- refugiados y emigrantes en su propio país y
en cada continente. Los desechados del sistema, los obreros en paro o
sin empleo, los que no tienen en qué caerse muertos. Estos millones
son la carne de cañón de las guerras y revoluciones, de las
masacres y genocidio en Palestina, en Siria, en el Yemen, en Egipto,
en Libia, en Colombia, en las muertes sin sentido ocasionadas por el
guerrillerismo sin cabeza o por asaltos de kamikazes con ideología
islámica o sin ella. Todos ellos son víctimas del capitalismo y su
versión más ortodoxa: el nacionalismo o el regionalismo.
Décadas de lucha y el
capitalismo sigue en pie, siendo- y por lo mismo- que el capitalismo
es quien prepara, vende y genera estas masacres colectivas. El
capitalismo, la propiedad privada vive y se sostiene con el mejor
negocio del mundo: las guerras y el militarismo.
Socialismo real y revolución mundial
versus nacionalismo
La revolución mundial
está presente todos los días en todas las esquinas del globo pero
la respuesta es siempre nacionalista o regional. Cada vez vemos la
necesidad de un gobierno mundial pero en Asia quieren que siga
mandando la tribu o los ayatolas y en América quieren retornar al
despotismo asiático del Tahuantinsuyo con nombre de Sumac Kawsay. El
socialismo es necesario, vital para solucionar los males presentes
pero se hace de todo para denigrarlo, pisotearlo, desconocerlo,
desfigurarlo. Y lo que es peor: toman su nombre para proteger al
capitalismo y sostenerlo.
La avalancha de los
autodenominados socialistas del siglo XXI, ahora con el nombre de
progresistas, lanza su pragmatismo a los cuatro vientos. Y
sean o no conscientes practican el pragmatismo, la filosofía del
imperio, y hacen gala de voces y gestos deshonestos y cacarean a todo
pulmón que el socialismo ha muerto, que ha fracasado o, por lo
menos, dicen, que ellos no son socialistas trasnochados. O los
tránsfugas más cultos declaran que el socialismo es tan elevado y
difícil que solo puede ser llevado a cabo in vitro o acaso
en otro planeta.
Han olvidado- para su
propio interés particular- que el socialismo es el único sistema
que enfrenta en serio los problemas insolubles del capitalismo en su
etapa de degeneración y deterioro final. Que el socialismo y un
gobierno mundial es la única solución para la anarquía del mercado
y la corrupción. El socialismo es el único sistema que propone un
sistema central y planificado de producción de todos, por todos y
para todos. Producir para la igualdad en el trabajo y en la riqueza,
producir para eliminar el hambre global y la desesperación de
encontrarse sin trabajo a la intemperie. En el socialismo todos
estarán ocupados sin necesidad de encontrarse ligados al sistema de
esclavitud salarial. No se buscará trabajo sino ocupación. Y habrá
grandes y sencillas tareas que cumplir: desde la investigación del
espacio y la nueva medicina profiláctica, hasta la producción de
alimentos, vestido y vivienda a gran escala.
Lo difícil es que
librarnos del capitalismo exige no sólo lavar los trapos sucios sino
eliminar la suciedad interior de huesos y neuronas porque
desgraciadamente el capitalismo es un virus- el más mortal- que
todos llevamos en sangre y mente. Podemos vivir sin capital- de hecho
los proletarios así vivimos- pero el capitalismo no puede vivir sin
proletarios y pobres. Por el contrario el capitalismo es una eficaz
máquina de producción de pocos millonarios en la cúpula social y
de millones de proletarios en la base. La existencia de millonarios
es la precondición necesaria para la existencia de pobres y
desechados sociales. En este sistema de miseria y corrupción
generalizadas los pobres para vivir deben bendecir el látigo de la
esclavitud salarial porque sin él pueden morir de inanición. Pero
también es cierto de que
si podemos vivir sin
capital entonces podemos luchar por extirparlo en todo el planeta.
Solo si eliminamos el
capitalismo podemos eliminar la corrupción. Esto no es una
realización moral solamente sino una tajante realidad material.
El capitalismo destruye
fuerzas productivas, en cambio el socialismo plantea su uso total e
inventará otras para cumplir con todos los requerimientos de las
masas en el globo.
El punto crucial es
encontrar las personas lo suficientemente sólidas para encarnar en
sus huesos y en su sangre, en su teoría y práctica, la concepción
del socialismo científico y con ellas llevar adelante la
organización necesaria. Ahora más que nunca es difícil
encontrarlas para sustentar la organización cuya misión es
introducir el socialismo en todo el mundo. La concentración
abnegada, el esfuerzo heroico y marchar contracorriente son los
requisitos para llevar adelante tal tarea.
En América Latina la
denigración y falsificación del socialismo no ha sido ni es otra
cosa que el seguimiento de su desnaturalización histórica y
práctica que se inició con Stalin y la burocracia estalinista en
Rusia en la década de 1920. Ellos revisaron el marxismo, lo
traicionaron y luego restauraron el capitalismo al mando de Gorvachov
y Yeltsin, dirigentes estalinistas, a finales de la década de 1980.
Esta traición histórica dio pie para la restauración del
capitalismo en ese estado de socialismo burocrático que existió en
Alemania Oriental, la desintegración de la Yugoslavia, bajo el mando
del estalinista Tito, lo mismo que las abiertas restauraciones al
capital en la Albania de Hoxa hasta la China
de Mao Zedong bajo la
fórmula inventada por Deng Ziao Ping de dos mundos un sistema que no
es otra cosa que el predominio del capitalismo rojo bajo una fachada
de supuesto socialismo, lo que ha permitido el surgimiento de
millonarios y una desigualdad impuesta por la dictadura estalinista.
Es comprensible aunque
inaceptable la afirmación de que el socialismo fracasó en esos
países. Pero lo que fracasó fue la teoría y la práctica del
socialismo en un solo país- una curiosa versión de
nacional-socialismo-acuñada por José Stalin. El socialismo es
mundial o no es socialismo, repetía con insistencia León Trotsky,
basado en Marx, quien jamás habría pensado que su teoría
científica sobre el capital fuese endilgada para desarrollarla en un
solo país.
Ya José Stalin, Mao,
Hoxa, Deng Ziao Ping – y no digamos Gorvachov y Yeltsin- se
disfrazaron de socialistas para meter de contrabando su versión
particular de capitalismo basado en sus intereses particulares y bajo
la presión de sus respectivas burocracias seudo socialistas.
La base absurda del galimatías llamado
Socialismo del siglo XXI , una teoría para confundir y detener la revolución social
El
mismo fenómeno, en escala particular y deformaciones distintas se ha
dado en América Latina antes y después desde cuando el galimatías
de Heinz
Dieterich llamado
Socialismo del siglo XXI se hiciera presente en la Venezuela de
Chávez en 1996. En resumen
Dieterich
niega la necesidad de la eliminación de la propiedad privada de los
medios de producción que es la esencia del socialismo, así como la
concepción científica
marxista del estado que es el resultado de la lucha de clases y
constituye el imperio de una clase sobre otra. Así Dietrich resume
la “deficiencia” de la sociedad burguesa” y su reemplazo del
socialismo del siglo XXI:
Es
la doble deficiencia estructural de la sociedad burguesa —ser
anti-ética y, disfuncional para las necesidades de las mayorías—
que la hace obsoleta y la condena a ser sustituida por el Socialismo
del siglo XXI y su nueva institucionalidad: la democracia
participativa, la economía democráticamente planificada de
equivalencias, el Estado no-clasista y, como consecuencia, el
ciudadano racional-ético-estético.1
Así,
en tanto que
el marxismo ha planteado que la economía capitalista se basa en el
lucro, la plusvalía extraída por la burguesía para beneficio del
capitalista y para su acumulación, y que la ganancia tiene un tope
en la tasa decreciente de
las ganancias, para
Dieterich apenas existe una “deficiencia estructural”: ser
“antiética y disfuncional
para las mayorías”.
Mientras que el marxismo dice que la crisis es
cíclica y constitucional-
prosperidad efímera y caída en la bancarrota-,picos de
auge y simas de depresión, para Dieterich el asunto es “ético”.
Lo ético es subjetivo, pero
el capitalismo materialmente está en bancarrota, dice el marxismo.
Dieterich plantea la
“democracia participativa” como eje del llamado Socialismo del
Siglo XXI. Pero para el marxismo la “democracia participativa” ya
existe en la misma dictadura democrática del capitalismo: una
muestra palmaria de ella son las elecciones, plebiscitos,etc. Pero
tanto las elecciones como la democracia son un engaño burgués
porque lo que de verdad existe es una dictadura de la burguesía
arropada con el engaño democrático. Y es el aparato de terror de la
burguesía, esto es, la policía y las fuerzas armadas las que
constituyen los garantes de esta dictadura con antifaz democrático.
Otro
eje de Deterich es “la
economía democráticamente planificada de equivalencias” que
hay que ser un mago o un brujo para entender
tan confusa y caótica yuxtaposición de términos. Creo que ningún
economista serio podrá descifrar el significado de una “economía
planificada de equivalencias”, así lo haga con el mayor sentido
democrático del mundo.
Otro
eje es el “Estado
no-clasista”. El abc del
marxismo establece con precisión que el estado existe como resultado
de la existencia y lucha de clases. No puede existir un estado en que
una clase no ejerza su dominio sobre las otras clases sociales a
través de- como decía Engels- “los hombres armados”. El estado
es la constatación de la desigualdad social, de la elevación de una
clase que necesita de hombres armados para garantizar su seguridad y
vida. Por consiguiente un
Estado no-clasista es
un absurdo oxímorón, una utopía absoluta.
Es el mismo estado
armado que hoy garantiza en Venezuela la existencia de
multimillonarios como los miembros de la familia de Hugo Chávez que
han robado en miles de
millones de dólares- y lo
siguen haciendo- la plusvalía de obreros y proletarios venezolanos.
Es el mismo aparato que se
soliviantó con Correa el 30 de septiembre del 2010 y sólo fue
ablandado cuando se respetaron sus emolumentos y canonjías
fundamentales. Dieterich es un charlatán nuevo inventor del agua
tibia.
El
último eje de Dieterich es un chiste olímpico, dice que si se sigue
las fórmulas del socialismo del siglo XXI, habrá un resultado:
“como
consecuencia, el ciudadano racional-ético-estético.”
Toda
la verborragia de los politiqueros seguidores de Dieterich están
condensados en este eje de ciudadanía. Mientras el verdadero
socialismo ha hecho hincapié en la clase productiva, obrera,
Dieterich se planta en lo
que ya existe: el ciudadano burgués, esa entelequia que pretende
ocultar la profunda división de clases en la sociedad capitalista.
Con
semejante maestro no sorprende el resultado de regímenes como el de
Cristina Fernández en Argentina, ahora con más de 400 juicios nada
“éticos” y quien acaba de ser condecorada en Ecuador por otros
seguidores de Dieterich, a los cuales resulta muy difícil llamar
“ciudadanos
racional-ético-estéticos”.
Lula y sus muchachos de PDVSA, también le deben a Dieterich su fama
ahora mundial no
precisamente por
ser “ciudadanos
racional-ético-estéticos”.
Maduro, siguiendo las huellas del gorila mayor Hugo Chávez está
ahora enriqueciendo a su familia a cómo dé lugar, incluido el uso
de estupefacientes. El “estado no clasista” protege a estas
dos familias de la lumpen burguesía venezolana. El
“estado no clasista” ampara, protege y dispara la brutal
represión del régimen de Correa contra indígenas, campesinos y
estudiantes y lo mismo ejecuta con el régimen de Morales en Bolivia.
Todos ellos han desplegado una fraseología de izquierda para
esconder en los hechos acciones de derecha, todo para el
sostenimiento del capitalismo mediante disfraz socialista. Como
Chávez son campeones para de palabra oponerse al imperialismo y en
los hechos obedecer sus dictados. Ellos conocen que las masas aspiran
con fuerza e inconscientemente a una revolución socialista real,
verdadera, por eso han tomado el traje de “socialistas” para
realizar sus vistosas prestidigitaciones populistas para sostener el
poder y salvar como sea al capitalismo en bancarrota.
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