Liderazgo revolucionario en Venezuela
Liderazgo revolucionario en Venezuela
Por Fabián Núñez Baquero
15/03/2019
¿Puede un
oficial burgués ser a la vez dirigente socialista?
¿Puede un
marxista depositar su confianza en un oficial del ejército capitalista con el
fin de derrocar al estado capitalista del cual es sostén y garantía?
La pregunta es
pertinente y se refiere al papel de Allan Woods en la revolución bolivariana de
Venezuela y de su ponderada influencia sobre el camarada coronel Hugo
Chávez Frías. Es no solo impensable sino una demostración flagrante de
incurable idealismo y de malos sueños de perro. El militar es por antonomasia
un guardián de la institución armada y ésta es el pilar del estado burgués.
Woods ha venido
guiando a Chávez desde sus inicios, a la vez que asesorando para la
construcción del partido autodenominado socialista, chavista en Venezuela.
Si Trotsky
viviera no solo desautorizaría a Woods, sino que, con toda razón, le habría
mandado a fusilar por su colaboracionismo con las fuerzas armadas burguesas, lo
que equivale a una traición de clase.
De qué forma oficiales burgueses pueden
servir a la revolución
Woods puede
aducir que Trotsky levantó el Ejército Rojo con personal y oficiales del
zarismo. Lo hizo, pero cuando ya no existía el estado zarista y él representaba
a la dictadura del proletariado en Rusia, en lucha contra varios ejércitos
imperialistas y fuerzas contrarrevolucionarias al interior. Los oficiales
zaristas estaban bajo las órdenes de Trotsky y de los comisarios del pueblo y
las palancas de mando estaban en manos de cuadros socialistas entrenados por
décadas y bajo el poder de los soviets, consejos de obreros y campesinos de
mayoría marxista bolchevique.
Chávez, por el
contrario, era y murió siendo un oficial capitalista, del estado capitalista,
en defensa del capitalismo en Venezuela. Y fue quien sentó las bases para el
dominio omnímodo del ejército en la sociedad venezolana y, por consiguiente, de
la supervivencia del capital.
Son las fuerzas armadas- como en cualquier
otro país- las que impiden, como una mole colosal, el camino al derrocamiento
del estado capitalista y la imposición de un estado obrero campesino en
Venezuela.
Lecciones de la revolución en Venezuela
La revolución
bolivariana no puede dar un paso adelante si no se sacan las lecciones
pertinentes.
No basta decir
que la autoridad ganada por Chávez, ahora Maduro, y todo el equipo
administrativo del régimen, es una autoridad espuria otorgada gratuitamente por
Woods. Como tampoco es suficiente cargar la responsabilidad a la teoría y práctica
del no menos apócrifo socialismo del siglo XXI.
La catastrófica
realidad venezolana exige un análisis serio. Y el del carácter del liderazgo es
el punto primero.
Se ha
establecido, por la teoría y la experiencia del marxismo, que para eliminar la
propiedad privada de los medios sociales de producción-que es la esencia del
socialismo- hace falta un partido revolucionario marxista, que genere cuadros
marxistas no solamente en el partido sino también en las bases de las
organizaciones de la clase obrera.
La tarea de la
eliminación del capitalismo es una tarea consciente y requiere un liderazgo
consciente del sistema socialista, que es su reemplazo.
Programa socialista y partido socialista
La naturaleza de
clase del partido revolucionario se establece por la naturaleza de clase del
programa centrado en la confiscación de los medios sociales de producción a la
burguesía, la eliminación del régimen de propiedad privada y de la organización
armada- el ejército y la policía- que es la entidad coercitiva que lo sostiene.
Este programa y
esta organización, por su propia esencia, no puede ni debe estar en manos de
los mismos representantes guardianes de la burguesía y sus líderes
estatales. Y, por supuesto, las
elecciones burguesas o la existencia de Asamblea Constituyente no son la medida
del carácter revolucionario socialista de un régimen ni de un partido.
De hecho, la
dictadura de la burguesía-camuflada de democracia- solo puede ser derrocada por
la dictadura del proletariado lo que implica la eliminación del ejército
permanente y la instauración de un estado del pueblo en armas.
Lo que se ha
pretendido hacer- y se ha hecho- en Venezuela es la manipulación externa, con
medios, programa y personal pequeño burgués, de las masas bajo una supuesta
revolución socialista bajo el modelo supuestamente socialista de la revolución
cubana.
Y Woods lo que ha
pretendido y pretende es crear una organización supuestamente marxista desde
arriba, de forma externa y foránea a la manera de ser e intereses de
la clase obrera.
Un delirante anti
imperialismo no sustituye a la organización material del partido de cuadros
marxistas y de la clase obrera movilizados conscientemente en defensa de un
programa que plantee el derrocamiento del capital, la confiscación de la
industria, la tierra, el sistema financiero
y bancario y la implantación de una economía central planificada al
servicio de todos.
Chávez y Maduro y
sus aliados no han representado ni representan al proletariado y pobres de
Venezuela sino a una fracción de la clase dominante pequeña burguesa con un
programa liberal de izquierda. Lo que ha posibilitado las maniobras sucias del
imperialismo desde afuera y la conspiración capitalista de los sectores de la
oposición escuálida desde adentro.
El apoyo pequeño
burgués de UNASUR y de los centristas liberales cubanos ha equivalido al
empujón final al suicida que está sobre el abismo.
A cambio Chávez y
Maduro han dilapidado y dilapidan el petróleo venezolano para auxiliar a la
burocracia cubana, al izquierdismo liberal de Evo Morales e incluso a la
dictadura capitalista de clase media de Rafael Correa y Lenín Moreno en
Ecuador.
El capitalista
Guaidó y el imperialismo pueden maniobrar como lo hacen gracias al apoyo de un
movimiento y un régimen como el de Maduro que se basan en el poder armado de
una burguesía que no ha sido confiscada y que sigue manteniendo el poder
económico y social basado en el capital. Si el ejército apoya a Maduro es
porque sabe que Maduro y su régimen no atacan a la propiedad privada y, por
consiguiente, apoyan también a esa institución burguesa.
En Venezuela
ahora las masas del pueblo oprimido y proletario no pueden ni deben confiar ni
en los redentores del régimen capitalista de Maduro ni en los oficiosos
opositores, hoy liderados por Guaidó, que apoyan al imperialismo afuera y al
capitalismo adentro. Ni pueden ni deben confiar en los imperialismos chino y
ruso, hoy convertidos, junto al imperialismo yanqui, en filántropos de ocasión,
cuando a sus propios pueblos los tienen sometidos al hambre y
sobre-explotación.
Unidad proletaria latinoamericana en defensa
de la lucha del proletariado venezolano
El proletariado
debe comprender que está solo y que debe apelar a los que como él han sido
engañados en todo el continente: los obreros y campesinos ecuatorianos
manipulados y maltratados hasta el martirio por el régimen delictivo de Correa
y de Moreno de Alianza País; los proletarios argentinos engañados por
prontuariados profesionales avezados como los esposos Kirchner; los sufridos
obreros bolivianos fascinados por el falso socialista Evo Morales; los
aguerridos obreros luchadores del Brasil que oyeron los fatales cantos de
sirena de Lula da Silva; los pobres maltratados hasta el exterminio por el
corrupto régimen de Ortega en Nicaragua; los increíbles y duros proletarios
cubanos usados y abusados por la contrarrevolucionaria élite castro-guevarista
en la isla; los heroicos obreros del Salvador que comprobaron con sangre lo que
vale el castro-guevarismo de Funes.
Sólo la unidad de
los obreros y masas oprimidas en defensa de la revolución venezolana podrá
salvar a Venezuela como parte integrante de la futura Federación Socialista de
América Latina y del Caribe.
Las corrientes
izquierdistas no marxistas que han asolado y asolan como langostas el terreno
virgen y robusto del proletariado latinoamericano son los responsables, junto
al capitalismo y al imperialismo, de la catástrofe de Venezuela y el
continente. Son los principales responsables del alucinante giro a la derecha
de las masas, desde el régimen de Macri en Argentina, la continuidad
capitalista de clase media del correísmo con Moreno en Ecuador, hasta el del
fascista Bolsonaro en Brasil.
Esta mafia
izquierdista ha hecho el milagro mayor en América: que la bandera del
socialismo sea arrastrada por los suelos y que las masas desconfíen del
verdadero socialismo.
No hay que
hacernos ilusiones: en la situación espantosa de Venezuela se muestra con cara
horrible la necesidad de la revolución real socialista y el apocalipsis nefasto
de los curanderos capitalistas como Guaidó que convertirán al remedio más
mortal que la enfermedad.
Las masas pobres
y desesperadas no les queda sino poner a funcionar las fábricas, las tierras,
el petróleo fuera de las garras del estado burgués, para librarse de la muerte
por inanición. Pero para hacerlo deben confiscarlas, expropiarlas totalmente a
la burguesía, lo que implica eliminar la propiedad privada y enfrentarse a la
represión del ejército capitalista.
Los obreros
pueden, deben convencer a los soldados de base del ejército para que plieguen a
la causa del proletariado y para acabar con el militarismo, eliminar al
capitalismo y la propiedad privada de los medios sociales de producción.
La asamblea
democrático burguesa debe ser reemplazada por consejos de obreros y campesinos
que legislen y cumplan sus propias leyes. Todo el poder debe recaer sobre este
órgano proletario que servirá para dar de comer, vestir y repartir el trabajo
en todo el pueblo.
La vida debe
cambiar radicalmente porque así lo exige la situación.
El dinero- que ya
no vale nada- ya no puede ser el centro de todo, sino el trabajo. Trabajo de todos para atender a las necesidades de
todos. Con la expropiación de los bancos el dinero servirá- bajo el control de
los consejos obrero campesinos- para el intercambio de mercancías con el
exterior. Para este objeto deberá crearse un solo banco nacional, bajo control
obrero y para contabilizar el trabajo de todos.
Al mismo tiempo,
y lo fundamental: debe crearse un partido marxista que desarrolle el programa
socialista, cuadros socialistas, para la revolución socialista y la creación de
un gobierno obrero campesino. Sin él- el partido- es imposible conducir una
revolución social que implica una sostenida y prolongada lucha nacional,
continental y mundial.
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