El asalto del capital en Bolivia
Bolivia en lucha
El asalto del capital en
Bolivia
(
Privatización y litio versus socialismo)
Por
Fabián Núñez Baquero
Han pasado dos semanas del golpe de estado
contra Evo Morales en Bolivia, y ya podemos casi con exactitud
delinear las lineas maestras de tan infausto suceso que está
costando más de 24 muertes, un sin número de heridos y de presos
políticos.
Ha
sido evidente la conspiración preparada con mucho tiempo de
anticipación por las fuerzas coaligadas del imperio y la
administración de Trump, la OEA y las empresas transnacionales, en
asocio con empresarios y capitalistas bolivianos como Fernando
Camacho y Carlos Mesa para lograr tan repugnante acción. Ellos han
movido los hilos y los métodos fascistas de intimidación, incendio
a viviendas de líderes del Movimiento al Socialismo (MAS), asesinato
de tribunos populares, y al estoque final utilizando el aparato de
terror del ejército y la policía.
En
esencia, lo que sucede en Bolivia es una lucha de clases entre una
tendencia hacia el socialismo y una aberrante burguesía conservadora
que lo único que le interesa es mantener las riquezas de Bolivia
para dominio privado usando el terror y la religión, el uso del
rumor, el chisme, la mentira socializados a través de la nueva
tecnología, para lograr sus protervos intereses.
Los
líderes fascistas son Fernando Camacho, un capitalista que adeuda
millones de dólares al estado por concepto de impuestos, y Carlos
Mesa, un ex presidente que renunció a la presidencia declarando que
como no le permitían endeudar al país al Fondo Monetario
Internacional era imposible pagar sueldos y peor sacar al país
adelante. Y claro, Evo sacó al país adelante sin las garras del
Fondo Monetario, solo con trabajo propio más nacionalismo de los
recursos naturales.
La cortina de humo de la OEA
El golpe se fraguó antes de las elecciones, cuando Camacho y Mesa ya
hablaban de fraude electoral antes de que se hayan consumado las
elecciones, creando de esta manera una marea anticipada de duda sobre
el evento electoral. De manera que el dictamen de la OEA no era sino
una cortina de humo para esconder el verdadero objetivo del
derrocamiento de Evo Morales.
Es evidente que Morales ganó las
elecciones, pero es claro, así mismo, que cayó en la trampa de esa
cueva de ladrones llamada OEA, la gestión mediadora de la Curia y,
en general,del fetichismo electorero. Morales pudo muy bien usar su
prestigio bien ganado, por sus logros económicos y estabilidad
social, para evitar la trampa de las elecciones, destruyendo el mito
politiquero de la famosa alternabilidad democrática, porque si un
gobernante realiza conquistas en favor de las mayorías, debe
continuar en el gobierno para seguir haciéndolas.
La sociedad no
tiene porqué arriesgarse a nombrar a un gobernante nuevo, que hasta
por novelería no seguirá el programa trazado por el gobernante
anterior.
Los errores de Evo y del MAS
Evo, como Allende, benefició y mimó al mismo ejército que lo
derrocó porque no comprendió, - como no comprendió el reformista
chileno, y no lo entiende Maduro en Venezuela- que las fuerzas
armadas profesionales son el puntal de sostenimiento de la clase
dominante, la burguesía.
14
años son mucho tiempo suficiente para realizar una revolución
proletaria real, pero si Evo no lo hizo es porque no estaba en su
programa hacerlo. Y la revolución proletaria real es la expropiación
total de la burguesía, las fábricas en manos de los obreros, la
tierra en manos del campesinado pobre, los bancos en manos del
estado,un régimen sustentado en todo un pueblo en armas.
Pero las limitaciones de Evo no son solo de él, sino del partido, el
MAS, que, pese a su tendencia al socialismo, en 14 años de gobierno
no pudo desmantelar las bases capitalistas de la dominación
burguesa. No estaba en su programa la expropiación total de la
burguesía, la misma que hizo buenos negocios conforme el mismo Evo
ha declarado en muchas entrevistas. Igual como Correa en Ecuador
despotricaba contra la bancocracia pero los banqueros hicieron
fortunas fabulosas al amparo de la Revolución ciudadana, los
empresarios bolivianos estaban contentos con hacer negocios a la
sombra bienhechora de Evo.
Y claro cuando las empresas
transnacionales ven el pingüe negocio del litio, el mineral que
sirve para las baterías de vehículos y teléfonos electrónicos, y
ven la decisión de Evo de realizar la industrialización
nacionalizada de tan rico mineral, entonces conspiran con sus socios
bolivianos para derrocarlo.
Biblia y fascismo versus revolución socialista
En la prédica politiquero-religiosa de Camacho, en sus repugnantes
acciones fascistas, se puede ver la desesperación por librarse de la
deuda de millones de dólares que él debe al estado boliviano y el
gran negocio del litio en asocio con las transnacionales de Estados
Unidos o Asia. En la Biblia de Jeannine Iañez, exhibida en el
palacio Quemado, se encuentra la imagen de la bestia voraz del gran
capital.
En
Bolivia no ha habido solo un golpe de estado sino un asalto del
capital sediento de litio y de privatizaciones. La bestia del capital
es privada, propiedad privada. Cualquier resquicio que se deja al
capital sirve como un bacilo, para reproducirse. El socialismo del
siglo XXI desgraciadamente no tiene un programa para eliminar la
propiedad privada y su punto de apoyo, el militarismo y la
bancocracia.
Da pena decirlo pero la experiencia boliviana demuestra que un
socialismo a medias, un socialismo que no corta las manos largas de
la burguesía capitalista y el imperialismo, más temprano que tarde
se transforma en un eficaz aliado inconsciente del capital y del
imperialismo. Para acabar con el capital y el imperialismo hace falta
un partido revolucionario que se plantee el programa de acabar con el
capital e instaurar un régimen de igualdad social en cada país y en
todo el globo.
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