El asalto del capital en Bolivia

Bolivia en lucha
El asalto del capital en Bolivia
( Privatización y litio versus socialismo)
Por Fabián Núñez Baquero
25/11/19

Han pasado dos semanas del golpe de estado contra Evo Morales en Bolivia, y ya podemos casi con exactitud delinear las lineas maestras de tan infausto suceso que está costando más de 24 muertes, un sin número de heridos y de presos políticos.


Ha sido evidente la conspiración preparada con mucho tiempo de anticipación por las fuerzas coaligadas del imperio y la administración de Trump, la OEA y las empresas transnacionales, en asocio con empresarios y capitalistas bolivianos como Fernando Camacho y Carlos Mesa para lograr tan repugnante acción. Ellos han movido los hilos y los métodos fascistas de intimidación, incendio a viviendas de líderes del Movimiento al Socialismo (MAS), asesinato de tribunos populares, y al estoque final utilizando el aparato de terror del ejército y la policía.

En esencia, lo que sucede en Bolivia es una lucha de clases entre una tendencia hacia el socialismo y una aberrante burguesía conservadora que lo único que le interesa es mantener las riquezas de Bolivia para dominio privado usando el terror y la religión, el uso del rumor, el chisme, la mentira socializados a través de la nueva tecnología, para lograr sus protervos intereses.

Los líderes fascistas son Fernando Camacho, un capitalista que adeuda millones de dólares al estado por concepto de impuestos, y Carlos Mesa, un ex presidente que renunció a la presidencia declarando que como no le permitían endeudar al país al Fondo Monetario Internacional era imposible pagar sueldos y peor sacar al país adelante. Y claro, Evo sacó al país adelante sin las garras del Fondo Monetario, solo con trabajo propio más nacionalismo de los recursos naturales.

La cortina de humo de la OEA

El golpe se fraguó antes de las elecciones, cuando Camacho y Mesa ya hablaban de fraude electoral antes de que se hayan consumado las elecciones, creando de esta manera una marea anticipada de duda sobre el evento electoral. De manera que el dictamen de la OEA no era sino una cortina de humo para esconder el verdadero objetivo del derrocamiento de Evo Morales. 

Es evidente que Morales ganó las elecciones, pero es claro, así mismo, que cayó en la trampa de esa cueva de ladrones llamada OEA, la gestión mediadora de la Curia y, en general,del fetichismo electorero. Morales pudo muy bien usar su prestigio bien ganado, por sus logros económicos y estabilidad social, para evitar la trampa de las elecciones, destruyendo el mito politiquero de la famosa alternabilidad democrática, porque si un gobernante realiza conquistas en favor de las mayorías, debe continuar en el gobierno para seguir haciéndolas.

 La sociedad no tiene porqué arriesgarse a nombrar a un gobernante nuevo, que hasta por novelería no seguirá el programa trazado por el gobernante anterior.

Los errores de Evo y del MAS

Evo, como Allende, benefició y mimó al mismo ejército que lo derrocó porque no comprendió, - como no comprendió el reformista chileno, y no lo entiende Maduro en Venezuela- que las fuerzas armadas profesionales son el puntal de sostenimiento de la clase dominante, la burguesía.

14 años son mucho tiempo suficiente para realizar una revolución proletaria real, pero si Evo no lo hizo es porque no estaba en su programa hacerlo. Y la revolución proletaria real es la expropiación total de la burguesía, las fábricas en manos de los obreros, la tierra en manos del campesinado pobre, los bancos en manos del estado,un régimen sustentado en todo un pueblo en armas.

Pero las limitaciones de Evo no son solo de él, sino del partido, el MAS, que, pese a su tendencia al socialismo, en 14 años de gobierno no pudo desmantelar las bases capitalistas de la dominación burguesa. No estaba en su programa la expropiación total de la burguesía, la misma que hizo buenos negocios conforme el mismo Evo ha declarado en muchas entrevistas. Igual como Correa en Ecuador despotricaba contra la bancocracia pero los banqueros hicieron fortunas fabulosas al amparo de la Revolución ciudadana, los empresarios bolivianos estaban contentos con hacer negocios a la sombra bienhechora de Evo.

 Y claro cuando las empresas transnacionales ven el pingüe negocio del litio, el mineral que sirve para las baterías de vehículos y teléfonos electrónicos, y ven la decisión de Evo de realizar la industrialización nacionalizada de tan rico mineral, entonces conspiran con sus socios bolivianos para derrocarlo.

Biblia y fascismo versus revolución socialista

En la prédica politiquero-religiosa de Camacho, en sus repugnantes acciones fascistas, se puede ver la desesperación por librarse de la deuda de millones de dólares que él debe al estado boliviano y el gran negocio del litio en asocio con las transnacionales de Estados Unidos o Asia. En la Biblia de Jeannine Iañez, exhibida en el palacio Quemado, se encuentra la imagen de la bestia voraz del gran capital.

En Bolivia no ha habido solo un golpe de estado sino un asalto del capital sediento de litio y de privatizaciones. La bestia del capital es privada, propiedad privada. Cualquier resquicio que se deja al capital sirve como un bacilo, para reproducirse. El socialismo del siglo XXI desgraciadamente no tiene un programa para eliminar la propiedad privada y su punto de apoyo, el militarismo y la bancocracia.

Da pena decirlo pero la experiencia boliviana demuestra que un socialismo a medias, un socialismo que no corta las manos largas de la burguesía capitalista y el imperialismo, más temprano que tarde se transforma en un eficaz aliado inconsciente del capital y del imperialismo. Para acabar con el capital y el imperialismo hace falta un partido revolucionario que se plantee el programa de acabar con el capital e instaurar un régimen de igualdad social en cada país y en todo el globo.

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