Frente a la destrucción de fuerzas productivas la clase obrera debe tomar el poder a escala planetaria


Los maestros de la revolución mundial
Frente a la destrucción de fuerzas productivas la clase obrera debe tomar el poder a escala planetaria
Por Fabián Núñez Baquero
11/02/2009



¿Cómo se sobrepone a las crisis la burguesía? De dos maneras: destruyendo violentamente una gran masa de fuerzas productivas y conquistándose nuevos mercados, a la par que procurando explotar más concienzudamente los mercados antiguos. Es decir, que remedia unas crisis preparando otras más extensas e imponentes y mutilando los medios de que dispone para precaverlas.
Karl Marx- Manifiesto Comunista

En pocos meses la burguesía mundial, a través de su sistema financiero y bancario ha destruido billones de dólares, producto del trabajo de tres décadas del proletariado del planeta. Y en el mismo tiempo ha liquidado millones de puestos de trabajo condenando a la miseria y a la desesperación a sus hogares. Esto equivale a una catástrofe de proporciones gigantescas. La más colosal destrucción de fuerzas productivas y la constatación de que el sistema capitalista sólo sigue funcionando gracias a la formidable absorción de nueva plusvalía de la clase obrera, plusvalía anticipada, puesto que cada estado- de este sistema de nación-estado capitalista-, lo extraerá- vía impuestos e IVA – a los trabajadores y masas pobres. Sólo en EEUU esto equivale a que el estado capitalista quitará más de 10 mil dólares a cada contribuyente, la mayoría de los cuales ni siquiera posee un trabajo.
Pero la principal fuerza productiva, la misma persona que labora, es sentenciada a la virtual aniquilación de sus posibilidades de vida.
¿Cuál es el significado de estos nefastos sucesos? La condena misma de un sistema que ha agotado ya todas sus posibilidades de desarrollo y que se encuentra en la curva de la mayor contracción de la historia llevando en su seno el sufrimiento y la muerte de millones de seres humanos. A menudo se olvida que lo que está en juego es el destino, la vida de la propia humanidad productiva.
Por eso decimos que el sistema capitalista está desahuciado, con pronóstico reservado. No sólo porque crecerá la economía en menos del 0.3 % en este año y por los abultados déficits de trillones de dólares en el presupuesto de cada país capitalista avanzado- incluido China y Rusia-, sino porque la tendencia- y lo están revelando las continuas caídas del mercado- es a un mayor colapso y al derrumbe sin retorno, consecuencia del efecto combinado de las leyes internas del propio sistema y de la ingerencia malsana de la voracidad sin límites de enriquecimiento de la misma clase dominante.

La forma cómo esta tendencia al desplome del sistema se está manifestando es por intermedio del fenómeno del crédito-plusvalía. El sistema de crédito productivo lo ha transformado la burguesía en sistema de crédito especulativo: todo lo llevan al círculo vicioso de la ganancia inmediata con crédito que aún no se ha realizado, es decir con plusvalía que todavía no se ha ejecutado. Como se conoce el interés es nada más ni nada menos que plusvalía cobrada a la clase obrera a través del sistema bancario. Los créditos subprime son sólo una forma de la especulación con el crédito-plusvalía. Todos los factores del negocio especulativo, desde los corredores de acciones a los aseguradores y reaseguradores de capital y de papeles accionarios, todos se precipitan tras de la plusvalía no realizada aún del proletariado.
Pero al instalar la especulación y reemplazar a la producción real, lo que están haciendo es quitar el piso a la economía y destruir fuerzas productivas. No importa cuántos billones de dólares asignen al rescate de los bancos, vía de una real nacionalización. Si ésta sigue funcionando para este tipo de sistema-capitalismo-ganancia- tarde o temprano y más temprano que tarde, la burbuja del desplome se volverá a presentar con caracteres más inmediatos y más desastrosos.
La forma del crédito-plusvalía se está convirtiendo cada vez en más irrealizable. Los mismos bancos se temen unos a otros, se han perdido la fe y la confianza y, claro, no se arriesgan a realizar préstamos interbancarios. Todos los negocios de acciones y papeles adolecen ahora de un escepticismo supremo. Y más todavía cuando el presidente de los EEUU, Barak Obama, ha reconocido el mal manejo, el fraude y la irresponsabilidad de los mismos actores capitalistas.
Por lo que el sistema de crédito está agonizante y el capitalismo, que se basa en él, también. El crédito-plusvalía anticipada es el que produce la especulación y ésta la destrucción de la economía real, del trabajo. Y si la persona trabajadora no tiene recursos porque no posee empleo, entonces no sólo que no puede realizar la plusvalía que le exige el crédito, sino que tampoco puede producir plusvalía actual para la economía del capitalista industrial o el empresario, así como tampoco para satisfacer sus requisitos normales de vida.
Y esta es la situación ahora de millones que están en paro forzoso en todos los continentes, desde China- donde en pocos meses la desocupación se ha desbordado en veinte millones- hasta EEUU y Europa, con igual- relativamente- o mayor grado de trastorno.
El paro y la destrucción de fuerzas productivas están expresando que si el sistema de especulación y de crédito se sostiene es gracias a que los gobiernos del planeta son gobiernos capitalistas. De hecho el sistema capitalista y su clase dominante no pueden asegurar nunca el pleno empleo porque éste lo dictan las reglas del mercado de mercancías y el capricho y las veleidades del mismo empresariado. Las fuerzas productivas están en manos de un puñado de capitalistas y centradas únicamente en la ganancia, mal pueden hacerlas servir en vasta escala para atender las necesidades de todos y sin lucro.
Los gobernantes defienden el sistema de mercado para el lucro y es obvio que el multimillonario rescate para los bancos por parte de Obama y los gobernantes de Europa y Asia, es para mantener tal cual es este sistema basado en la ganancia.

Pero la globalización de la producción y la socialización cada vez más amplia del trabajo ya no puede tolerar la destrucción de plazas de empleo y la especulación, tampoco el sistema de crédito-plusvalía anticipada. La clase obrera no puede seguir rendida a la esclavitud salarial para atender los afanes obesos de especuladores y empresarios, de prestamistas y el sistema de lucro. Es menester la toma del poder político de la clase obrera en cada país y a escala planetaria y esta lucha debe basarse en un programa socialista internacional porque ahora es imposible resolver tan grandes problemas desde una perspectiva nacional o dentro de los confines del estado nacional.
Desde que Marx en el Manifiesto Comunista planteó que la globalización capitalista destruye industrias nacionales, establece el monopolio y el avance de la producción mundial en detrimento de la producción local, ya no es posible que la clase obrera defienda un programa nacionalista porque no tiene ni base ni realidad y porque al hacerlo desata el chauvinismo, la guerra y competencia entre los mismos obreros y defiende, en última instancia el proyecto capitalista que se mantiene en el esquena de estados-nación capitalistas.

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