Sobre la ley de identidad



Sobre la ley de identidad

Sobre la ley de identidad
Por Fabián Núñez Baquero
25/03/09




No existe un sólo objeto que sea idéntico a otro. Por lo tanto la ley de identidad ( a= a ) es falsa. Cuando ponemos a=a es porque estamos pensando en la fórmula a≠a sólo que la utilizamos con un fin práctico: para poder disponer de un tercer elemento de comparación que puede ser sintetizado con las palabras “ parecido a “, “similar a”. con lo que la fórmula a=a se transformaría en “a es parecido a ,“ “hasta cierto punto”. Es lo que hacemos cuando comparamos el sistema biológico de los roedores con el del hombre, por ejemplo. La similitud nos sirve para probar determinadas experimentaciones con medicinas , pero no podemos de ahí extender el concepto hasta decir que el sistema biológico de los roedores es idéntico al del hombre. La identidad implica la exactitud total en todo y esta característica no existe ni siquiera en los clones: en este caso, no basta la identidad biológica ( aunque estaría por verse si ésta realmente existe o, si, por el contrario, la copia es de alguna manera inferior al original), si las cualidades morales y cerebrales son distintas, es decir siempre habrá una diferencia histórica sustancial entre uno y otro clon.

1.Si no existen dos objetos idénticos en la realidad podemos afirmar que no existen dos objetos idénticos en los conceptos. O dicho de otra manera: si no hay ley de identidad en la naturaleza, tampoco existe ley de identidad en el pensamiento. ¿Pero qué queremos decir exactamente con la “ley de identidad en el pensamiento”? Simple: que una idea es idéntica a otra idea. Si una idea es idéntica a otra, entonces una de ellas resulta superflua. Si operamos con ecuaciones sabemos de antemano que al realizar las mismas operaciones en los dos miembros de la ecuación no se modifica ( en apariencia ) nada. Pero es evidente que las transformaciones no ocurren en vano y que la identidad nos ha servido para poder comparar dos elementos hasta cierto punto iguales o similares, pero no idénticos, con el fin de desarrollar nuevas relaciones, nuevas generalizaciones que conllevan a nuevas ideas matemáticas.

2.Pero podemos decir que existe ley de identidad entre un pensamiento y una cosa. Entre la realidad objetiva y la idea. ¿Esto significaría que la fórmula A= a es correcta?.Pongámoslo así: A es la realidad y a el concepto o idea. Habría dos formas de que la identidad podría ser o no correcta: a): Que la identidad sea en el sentido que el concepto retrata fielmente la realidad, o b): Que la identidad atestigüe que la realidad es el mismo concepto, o que el concepto es la misma realidad. O, en términos más generales: Que el pensamiento sea idéntico a la cosa. Podemos decir con claridad que A≠a si se trata de equiparar a la cosa con la idea. Ni siquiera podemos decir que el pensamiento es parecido a la materia. Pero ni remotamente podemos decir que es idéntico a ella. A≠a quiere decir, por lo tanto, que la idea no es lo mismo que la realidad. La materia no es el pensamiento y viceversa. En el primer sentido, es decir, que el calco de la idea acerca de la realidad es fiel, podemos aceptarlo pero con muchas reservas. Incluso podemos afirmar sin escándalo ni engreimiento: ninguna idea es idéntica a la realidad en el sentido de calcarla, copiarla de forma idéntica a sí misma, de una vez y para siempre. La fidelidad es siempre aproximativa. Se podría, entonces, decir, que la fórmula A= a es correcta en el sentido de que no equivale a identidad, sino a parecido, a similitud y con la característica de que es correcta “hasta cierto punto” y “ en un momento dado”. Lo que prima en general en la fórmula A=a es que ésta es por lo regular está subordinada a A≠a . O, como dice Trotsky, es un caso particular de A≠a. El absoluto entre las dos es A=a y el relativo y esporádico es A=a. La intuición, por lo tanto, es una aproximación inmediata al parecido, a la similitud de la cosa con la idea. E, incluso el conocimiento científico es una aproximación mediata, a través del razonamiento a la copia, al parecido en la relación entre la cosa y el concepto. Muy de vez en cuando se da una casi identidad. Casi siempre nos movemos en el campo de la analogía. Y ésta es el elemento común de la ciencia con el arte. Sólo que la analogía artística es una analogía sensorial que se expresa a través de la metáfora, la imagen, la asonancia o la disonancia, la mimesis o la tonalidad, el color y el matiz.

3.Cuando decimos: “Todo se mueve”, “la ley del movimiento es absoluta”, existe por supuesto dos identidades:a=a, cuando afirmamos la primera. Y A=a cuando afirmamos la segunda. Es talvez el único caso en que existe de una manera total y sin ninguna duda, la identidad plena y comprobable. Igual que cuando afirmamos: “La materia es la realidad primaria en el universo”.

4.Las consecuencias prácticas de todo esto son fácilmente perceptibles. Salvo las excepciones establecidas nos movemos en el campo de la analogía y ésta nos sirve para entender los procesos universales y sus transformaciones. Pero, volvemos a insistir, la analogía no es identidad. Pero a pesar de ello nos sirve para avanzar en determinadas generalizaciones que enriquecen la ciencia y nuestra visión del mundo. No son lo mismo el partido social cristiano que el MPD y a la vez son lo mismo. Sus diferencias apenas son formales pero ambos partidos en esencia defienden el capitalismo. Esta analogía puede servirnos para realizar con los 263 movimientos creados ahora sólo con el fin de ir tras la feria de las elecciones.

5.A los marxistas, por supuesto, nos interesan menos las diferencias formales y más la esencia. El saber que existe una similitud en la esencia no nos hace olvidar que en cada caso debemos estudiar las diferencias particulares. Como sabemos, la misma similitud no es idéntica. Hay muchas maneras de defender al capitalismo, así como hay muchas maneras de expresar que hay una supuesta convergencia hacia el socialismo. La gente dice, “ pero si yo estoy de acuerdo con el socialismo”, “pienso lo mismo que ustedes”, “ no hace falta insistir, tenemos el mismo programa”. Pero en la práctica podemos experimentar muchas decepciones: hasta los mismos que dicen pertenecer a nuestro mismo partido, a la final resulta que piensan diferente al programa y los principios generales que decían representar. No digamos con personajes ajenos a nuestra cosmovisión. Sabemos a ciencia cierta que no todos pensamos lo mismo cuando expresamos la ley fundamental del socialismo: la eliminación de la propiedad privada de los medios sociales de producción. Y esto sólo para poner un ejemplo. Debemos acercarnos cada vez con mayor fuerza a la materialidad de los enunciados y las prácticas correspondientes.

6.Esto implica que la fórmula A=a como subordinada a la A≠a es ante todo perceptible entre la teoría y la práctica. Aun en el caso de que la teoría sea similar, la práctica es siempre distinta en cada uno. Y la diferencia entre la práctica y la teoría es una constante que implica una cada vez una mayor aproximación de la una y la otra, en condiciones que cada una está en perpetuo movimiento y cambio: la teoría debe ser cada vez perfeccionada y la práctica también. La teoría nos remite a la práctica y viceversa. En esta relación hay diferentes niveles de experiencia y comprensión. La misma repetición de procesos no son una simple repetición. Hay siempre algo nuevo donde no hay nada nuevo bajo el sol. Cuando la gente dice “ lo mismo y lo mismo”, miente simplemente o- lo que es más notorio- no puede recapacitar.

7.Pero, a la vez, lo diferente de cada día no nos debe hacer olvidar lo permanente, lo necesario. Necesitamos alimentarnos sea con lo mismo y mejor si es con lo diferente, siempre que lo diferente sea mejor. La necesidad no niega la forma de cómo la satisfagamos. Pero la necesidad fundamental crea una forma también fundamental de dar cumplimiento a ella. No es posible el socialismo sin un contenido socialista en todo lo que hacemos y proponemos, sin una forma, sin un método, sin un programa cuya necesidad sea universal. Y, en primer lugar, si el socialismo es necesario y lo únicamente necesario y por qué y cómo.

8.Marx ya sabía que una nueva necesidad se impone en los síntomas mismos de la vieja necesidad. De los escombros de lo viejo y de ellos mismos yace, surge lo nuevo. El socialismo surge del capitalismo como una necesidad de éste de dar curso a fuerzas productivas y desarrollos que ya no pueden realizarse dentro del sistema del lucro. La ley de la ganancia que es esencial al sistema capitalista ya no puede materializarse más: hay demasiadas y más avanzadas fuerzas productivas que exigen la liberación de las trabas de la propiedad privada para generalizarse y estar al alcance de todos los habitantes del planeta.

9.Lo permanente en el sistema capitalista actual es la crisis: el desempleo, la miseria de millones y el enriquecimiento de unos pocos y por afán de mayor riqueza, la violencia, las guerras, los fraudes bancarios y financieros, la destrucción de alimentos y fuerzas productivas. La llama que alimenta al sistema, es la voracidad de la ganancia y la propiación privada.Pero esta llama hizo posible la acumulación de riqueza, de fuerzas productivas, que, a la final, son la premisa fundamental del socialismo.

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