Reflexiones sobre el secuestro de Correa



Reflexiones sobre el secuestro de Correa
Fabián Núñez Baquero
01/10/2010

El día 30 de septiembre del 2010 será conocido en la historia del Ecuador como la fecha de consolidación del régimen de Rafael Correa, el desenmascaramiento de los policías como una fuerza terrorista simplemente mercenaria, al servicio del que mejor les paga y de los ilimitados apetitos de poder de los hermanos Wilmar y Lucio Gutiérrez, quienes, según el presidente Correa, fueron los instigadores y autores intelectuales del levantamiento policial y el secuestro presidencial. Es, además, una fecha que nos recuerda con nitidez que el apoyo de las masas es de importancia decisiva para el mantenimiento o la liquidación de un mandatario, un gobierno o un sistema económico de producción. Sin ellas, el comportamiento de las fuerzas armadas hubiera sido distinto, hubieran hecho lo que hicieron con el mismo Gutiérrez o con Bucaram: simplemente le retiraban su apoyo y ponían fin a su mandato.
Pero no existe ningún ejército, por poderoso que sea, que pueda contra el poder incontrastable de las masas en defensa de sus principios, espoleadas por su necesidad y convicción.
Las masas heroicas y sacrificadas, que estaban dispuestas a dar la vida por Correa, fueron el factor decisivo para su liberación. Una humilde mujer resume, con su entrecortada declaración, lo que el pueblo llano siente por él: “Es que es nuestro presidente, nosotros le nombramos...” Y había que ver con qué fiereza y con qué convicción la gente, la juventud, se lanzaba a repudiar a esos miembros del aparato terrorista del estado que se habían soliviantado contra su general en jefe.
Aunque el pretexto sólo es un pretexto, pero en el caso de los policías, si es que los Gutiérrez les engañaron- como afirman Correa y sus correligionarios- se puede percibir con claridad que la institución policial se ha levantado sobre la sociedad, no tiene otro vínculo con ella, que su interés mercenario, ni otros principios que no sean los de su comodidad y de su bolsillo, el obtener sendos premios económicos por sus condecoraciones y ascensos, buscan su bienestar de grupo, que lo defienden con un feroz espíritu de cuerpo, mientras la mayor parte de los trabajadores están sin empleo o están en calidad de emigrantes y el mismo pueblo pobre padece hambre. Los mismos trabajadores con empleo simplemente no pueden competir con el sueldo ni con los suculentos beneficios ni siquiera de un policía o soldado raso, no se diga de un oficial.
Esta fuerza mercenaria permanente, por su aplastante poder económico y de tener el privilegio exclusivo de poseer armas es evidente que se han encaramado sobre el cuello de la sociedad, sea de los sectores burgueses o del lumpen, sobre obreros y pobres y hacen prevalecer simplemente su poder y su fuerza, y el poder y la fuerza de los que mejor atienden a sus apetitos económicos. Si algo significa el espíritu de cuerpo es precisamente la capacidad de coaligar este grupo armado tras de sus intereses en metal. Por eso es que ex militares como los Gutiérrez seguramente han podido comprenderlos en su esencia mercenaria- porque ellos mismo fueron mercenarios y con espíritu de cuerpo similar-, y embarcarlos en una irresponsable aventura terrorista dirigida ahora contra el propio representante del estado, y, a la vez, cabeza símbolo de las fuerzas armadas. Ellos, según declaraciones de Correa ,serán juzgados, “no habrá perdón ni olvido”.
Correa mostrando el pecho en el interior del Regimiento Quito, diciendo, gritando a mercenarios que lo único que les interesa es su paga, su bolsillo y su futuro particular económico: “Si quieren matarme, mátenme”. “ No daré marcha atrás...” Estaba jugando con fuego, se jugaba el todo por el todo, como predicando la vida eterna al pie del patíbulo y rodeado de verdugos listos para ajusticiarle porque no les paga lo que ellos quieren. Si lo dejaron vivo es porque secretamente pensaban que con el secuestro podían ablandarlo y obtener lo que ellos querían. Este comportamiento puede escandalizar a personas que no han comprendido el rol mercenario de la fuerza terrorista del estado, pero no a los que sabemos que los “hombres armados”- como destacaba Engels como el centro del estado capitalista- son fuerzas que defienden los intereses de las clases poseedoras, dominantes, las que pagan mejor.
Esto no es menos cierto en la época del imperio romano que ahora. El lumpen- sea de la burguesía o del proletariado-, procede de la misma manera que el mercenario. El lumpen no quiere ser visto, roba o delinque y no quiere ser descubierto, talvez por eso los “infiltrados” que llama Correa, estaban cubiertos la cara.
¿Pero esto quiere decir que los Gutiérrez y los policías secuestradores estaban defendiendo los intereses de amos que el pueblo pobre desconoce? ¿Qué clases dominantes estaban tras del secuestro y de la manipulación a los policías? ¿ Podría afirmarse que si Lucio Gutiérrez fue un gran aliado de Bush y del imperio cuando fue presidente, mantiene todavía esa excelente relación con los amos imperiales? O lo que casi es lo mismo: ¿ hubo coligación entre las clases dominantes del Ecuador y del imperio tras los Gutiérrez y los policías sublevados? Esto sólo lo puede descubrir una honesta investigación. En todo caso la fuerza motriz de la sublevación está en la crisis galopante del sistema capitalista. Ella es la que dispara la lucha de clases a niveles ya inconcebibles. Ni siquiera gobernantes poderosos como Obama pueden librarse de ella.
No basta con decir que una gran mayoría de fuerzas pro-capitalistas- sean civiles, policiales y militares- odian a Correa, creen, como el mismo Lucio Gutiérrez, que Correa es comunista, que es un peligro para los intereses suyos y de la burguesía. Pero Correa es demócrata y cristiano practicante, tiene sensibilidad social, es verdad, carisma para los pobres, pero no es socialista, peor comunista. La revolución ciudadana asusta a los más reaccionarios, pero se mueve bajo la órbita y los principios del capitalismo, es un movimiento improvisado de clase media que deja intocada la propiedad privada de los medios sociales de producción, que no ha hecho la revolución agraria siquiera, prerrequisito para la liberación real del imperialismo y afirmación de las fuerzas productivas. Y lo que es lo principal, no se afirma ni se basa en la clase obrera. Por eso también le apoyan capitalistas reaccionarios como Alan García o sicofantes sindicaleros como Lula da Silva. Si el régimen de Correa fuera socialista ni siquiera el mismo Chávez lo apoyaría. Lo apoyaría la clase obrera revolucionaria nacional e internacional.
Los trabajadores no podrían nunca estar de acuerdo con todas las mejoras de sueldos y de recursos- como lo ha hecho Correa- a las fuerzas mercenarias de la policía, las mismas que reprimen sus movilizaciones y las que mantienen intacta la propiedad privada que priva de toda propiedad a obreros y pobres. Propiedad privada y fuerzas mercenarias se apoyan mutuamente. Si no hay propiedad privada, la policía no hace falta. Pero si hay una poderosa policía es porque hay una poderosa propiedad privada, el imperio de la desigualdad y la existencia de parias y pobres. Pero el secreto de la defensa del pueblo humilde a Correa es que ven en él por lo menos una esperanza, el hambre les hace acogerse al mínimo resquicio de luz, a una oferta, a una palabra, al discurso aguerrido- por más endeble que sea- contra los poderosos y el imperio. La limosna de un bono o el mendrugo de pan que engañen el estómago. Si estas migajas movilizan a las masas en defensa de un gobernante, ya podemos imaginar lo que será cuando exista un liderazgo revolucionario que les brinde un pan completo y una igualdad real. El hambre con promesas se ha movilizado en defensa de Correa, pero no sabemos hasta cuándo la profundidad de la crisis del capitalismo seguirá permitiendo este escenario.
La crisis sigue pendiente y se expresa a través de las palabras del jefe del comando conjunto, el general González quien pide “comedidamente” que no se lleve a la práctica la nueva reforma de la asamblea que trata de eliminar privilegios y más o menos equiparar sueldos en todos los estratos de la administración. La crisis del capitalismo, que como un huracán visita a todos los continentes levanta un oleaje impredecible que empuja la lucha de clases y que hace necesaria una nueva economía planificada, centralizada en todo el mundo, so pena de convertir el planeta en un campo de lucha de fuerzas inconscientes llevando cada cual el agua a su molino a través de hecatombes y carnicerías, persistiendo en un modo de producción que en esencia es violento, delincuencial y corrupto.
Lo que necesitamos de forma urgente es un liderazgo obrero mundial bajo la óptica y la práctica del socialismo científico internacional, la eliminación de la propiedad privada – la desigualdad económica y social- que haga posible la eliminación de fuerzas mercenarias coercitivas externas a la sociedad. Los ejércitos permanentes y la policía- así como el sistema de nación estado- son todavía objetos obsoletos frente a la globalización de la producción y la ciencia humanas y a la necesidad de resolver las necesidades de todos los habitantes de la Tierra sin distinción.
Pero los obreros y los pobres, hasta tanto, tampoco pueden estar de acuerdo que fuerzas mercenarias impongan su voluntad a un presidente que la sociedad eligió, los guardianes pagados no pueden abusar de su poder, de la directa dictadura de la burguesía sobre un gobierno de clase media y un presidente que respeta las reglas de juego de la democracia burguesa. Pero a la vez saben que los que cuidan a la democracia y al presidente burgués cualquier momento se pueden convertir en sus carcelarios. No hay quién nos cuide de nuestros cuidadores. Sólo el proletariado, el mismo pueblo pobre, puede auto defenderse y hasta en un momento dado convertirse en una milicia obrera para defender su vida y sus intereses históricos.

Comentarios

Amanda ha dicho que…
Mi mejor saludo, querido Fabián con ocasión de leerte esta clara reflexión marxista que has hecho -como siempre- y que me he permitido comentarla en mi página de facebook invitando a que te lean...
Abrazo fraterno
Amanda

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