¿Qué sigue después de la caída de Alianza País?

¿Qué sigue

 después de la caída de Alianza País?

(El capitalismo de mesa servida o de mano extendida son la misma horca para los pobres)

Por Fabián Núñez Baquero

Culminamos 2017 con el desenmascaramiento final del proyecto seudo socialista de Alianza País despedazado por la riña aguda entre dos bandos que persiguen los mismos fines de lucro, pero con actores diferentes y que entierra definitivamente la ideología seudo marxista llamada Socialismo del siglo XXI.

Si las masas aceptaron a Correa y Alianza País es porque instintivamente se orientan hacia el socialismo, pero no pensaban que le estaban dando un producto falsificado, con elementos y bases de izquierda liberal.

Por supuesto fue el marxismo revolucionario el que pronosticó el curso de franca consolidación del capitalismo a cargo de un movimiento como Alianza País, que carecía de un programa revolucionario basado en la clase obrera y en la eliminación de la propiedad privada capitalista. Alianza País adoptó solo una posición anti imperialista basada en una lejana adhesión a la revolución cubana y a consignas de autodeterminación y febril patrioterismo. Es lo que les permitía su vaga adhesión a un socialismo estudiantil y distorsionado. Nosotros fuimos desde el principio opositores a la aventura improvisada de Correa y sus correligionarios, pero no desde la posición de la derecha capitalista o de la pequeña burguesía resentida por no tener cargos o participación en la feria más rica de petróleo de todos los tiempos, sino desde la perspectiva de la revolución socialista mundial, como firme base para acabar con el capital y con el imperialismo.

 Desde el mismo inicio de este movimiento lo categorizamos como uno de clase media disfrazado de socialista y que, cualquiera sea la buena intención de sus dirigentes, por su propia gravitación de clase y por su falta de programa, no estaba destinado sino a ser una plataforma eficaz para el afianzamiento del capital y de la burguesía.  Y el tiempo y los hechos nos han dado la razón cuando la mano extendida de Moreno es un pretexto para derechizar aún más un proyecto ya de por si ligado a la propiedad privada.

  Correa y sus seguidores usaron de la iglesia, de los guerrilleros de las FARC, de los socialistas y los comunistas, de Alfaro Vive, de Chávez y de los dirigentes del Alba y de Unasur, de Odebrecht y de los banqueros, no solo para financiar su despegue y las ganancias electoreras, sino para pasar como representantes de una revolución ciudadana que delataba de entrada la filiación liberal de izquierda de sus integrantes. Es evidente que la conmoción que significó para la clase dominante el triunfo de un movimiento como el de Alianza País, con verba calenturienta y referencias de revoluciones lejanas, fue tan impactante que de inmediato lo confundieron con un movimiento en verdad revolucionario marxista.

Alianza País no solo desarrolló su esencia pragmática y centrista sino un oportunismo político al cual no le importaba aliarse con el enemigo de clase con tal de adueñarse del poder.

 Usaron abusivamente las consignas del Che, Castro y la revolución cubana para, en sus fiestas y francachelas pequeño burguesas, aparecer como los practicantes y continuadores del che guevarismo y hasta tomaron como muletillas expresiones que alguna vez tuvieron su razón de ser como Patria o muerte, venceremos, La Patria ya es de todos, como consignas para una revolución inexistente y una ciudadanía que jamás había sido revolucionaria ni lo podía ser.  

La presencia del ex guerrillero nicaragüense Eduardo Mangas como poderoso secretario de Moreno en el actual gobierno y del inefable Gustavo Larrea como turbio ex guerrillerista, asesor entre bastidores, son los últimos focos de veinte vatios de un liderazgo promiscuo con la partidocracia burguesa, basado en un discurso de ultra izquierda y hechos y programa de derecha capitalista.

Correa usó a exguerrilleros  y a los dirigentes de la izquierda no marxista como Montoneras, Alfaro Vive, estalinistas de la fracción de Moscú y de Pekín, a  socialistas que nunca fueron socialistas, a burócratas sindicales, a integrantes de inocuas versiones seudo guerrilleras como  el MiR, para nombrarlos asesores, sin sueldo en muchos casos, y activistas que, gracias a su experiencia trasmitieron a Correa y a Alianza País fracciones e interpretaciones nebulosas, fragmentarias y equivocadas del marxismo revolucionario.

 Pero hay que decir para su descargo que fueron estos movimientos los que se prestaron para levantar el mito de Correa, para adularlo, para facilitarle su experiencia y sus frases y consignas, hasta tal punto que hasta en sus últimas declaraciones Correa tiene la desfachatez de citar la famosa expresión de Lenin, porque la política es economía concentrada, cuando tantas veces denostó a sus seguidores como socialistas trasnochados y atacó y reprimió a la clase obrera, campesinado, masas oprimidas y estudiantes que se levantaron contra su dictadura capitalista.

Usó de entrada al movimiento indígena, a los movimientos sociales y anti mineros para aparecer ante la faz del mundo como un dirigente amante de la Pachamama, defensor del ecosistema y del entorno y hábitat campesino, cuando en la práctica introdujo a las grandes transnacionales de las minas y ni siquiera pudo defender juicios contra la Texaco – a la cual el país tuvo que pagar millones de dólares-, así como una política torpe y de desidia permitió que la OXI se llevara igualmente millones de dólares en concepto de indemnización.

Correa tomó todos los poderes e instauró la judicialización de la política contra valientes periodistas aunque no necesariamente de principios de izquierda, como Emilio Palacios o  Fernando Villavicencio, el tenebroso denunciador – en palabras de Eduardo Mangas-, que tuvo la razón siempre en sus denuncias contra el presidente Correa y el vicepresidente Jorge Glass en relación a los sobreprecios y negociado en el sector energético y la refinería, así como en la barbarie y brutal negociado de los contratos petroleros.

Todo esto   lo supieron, según Mangas, Correa, Glass, Moreno y sus seguidores, lo que implica que ellos eran por lo menos cómplices y encubridores de la corrupción.
Correa afianzó un liderazgo dictatorial, arrogante, prepotente con humildes periodistas, con las masas populares y estudiantes, con gestos y verbo grotescos, insultadores, de ironía y de sarcasmo, que no eran sino expresión de su altanera posición de clase y su arrodillamiento en la práctica ante los poderes del imperio chino o ruso y, si más da, con el británico o norteamericano como prueba su endeudamiento con Goldman Sachs y su obsecuente y vergonzosa entrega de petróleo y riqueza ecuatoriana a las empresas chinas y a la oligarquía minera nacional e internacional.

Correa y Alianza País aprovecharon la inmensa riqueza producida por un valor del petróleo sobre los cien dólares por barril para aparecer como los magos de la economía, las finanzas de proyectos petroleros y de educación que hacían abrir la boca a gaznápiros de afuera y de dentro. El economista capitalista que creaba malabarismos y castillos artificiales a precios abusivos, se transformó, cuando se terminó el boom del petróleo, en el humilde deudor arrodillado ante los empresarios del imperio chino y el imperio norteamericano ofreciendo Yasuní  y todo el país al mejor postor. El mismo que expulsó a los marines yanquis de la base de Manta metió de contrabando el chulco norteamericano hasta ofreciendo el oro sólido de la reserva como garantía. El mismo que se presentaba, con jaculatoria diaria y mano en el pecho, como el patriota más patriota que el patriotismo y hasta cantaba Patria Sagrada, con unción cínica, es el mismo que hipotecó la patria a los imperialistas chinos y norteamericanos.

Resulta difícil desmontar la política centrista de cortocircuito letal que practicó Correa que no es más que la extensión y mezcla del oportunismo de clase media, con hambres atrasadas y una confusión política cuyo único centro ha sido todo vale con tal de obtener el poder por el poder, la reelección indefinida y el gobierno vitalicio. Para disimular esta política mortal  para el proletariado y los pobres, pero beneficiosa para la mafia pequeño burguesa que representaba y para él mismo, amontó de derechos y de leyes y leguleyos y de constituyentes y consultas populares, al pueblo oprimido y confundido.

Correa creyó que el dinero era infinito, que nunca se acababa, y así como amontonó de leyes y derechos a los pobres y sufridos ecuatorianos, también los amontonó de proyectos.
 Muchos proyectos como el de la refinería del Pacífico ya no van más y en ellos se gastó millones de dólares solo para retirar y aplanar tierra. El proyecto Yachay y de becas y de escuelas del milenio fueron una teratológica mezcla de mitología y negociado más publicidad. Los hospitales tuvieron sus propios negociantes y logreros. Las carreteras tan lindas, en verdad, pero nos costó un ojo de la cara con sobreprecios que avergüenzan a los mismos que se aprovecharon de la agilidad rampante de Correa y los correistas.

 Hasta el deporte tuvo su deportista que metió gol y que comía cheques para facilitar la digestión.  El despilfarro y la mano rota de Correa y sus adláteres será proverbial por los siglos de los siglos.

Cuando ya no había dinero para malgastarlo, Correa instintivamente sabía que ya no podía meter más cuento y dejó la mesa servida a su colega y sucesor, con una deuda de más de 50 mil millones de dólares, que supera el 50% del PIB. Como su gobierno no se basó en los obreros y campesinos, mal podía esperarse una economía productiva que podría ser respaldo de la penuria y la crisis, a las soletas que dejó la revolución ciudadana. El desempleo y la miseria actual de la mayoría son una consecuencia de la minoría que se sacó la lotería con Correa, se llamen estos Glass, Rivera,Moreno, Cayapa, Buendía o Alvarado o Mera o Patiño o Ribadeneira.

Un individuo y un régimen que empezó fingiendo ser lo que no era, es decir, socialista, ya nació 
corrupto porque la corrupción es el deterioro entre lo que se dice ser y lo que en realidad se  es.

Al imponer y desplegar Correa el timo del socialismo, el disfraz se descompone con el tiempo y conduce inexorablemente no sólo al desprestigio del socialismo sino a transformarse en lo que verdaderamente es: la estafa del capitalismo sano para convertirse en la estafa mayor del capitalismo salvaje. Y éste en la quintaesencia de la podredumbre social y política. Correa empezó diciendo que la coima no es delito y acabó cohonestando el robo de un millón.

 La corrupción en Alianza País empieza con el disfraz y la guitarra castro guevarista, con el lenguaje ultra izquierdista, con el engaño a indígenas y pobres y termina en la lucha feroz por el pingajo del poder al interior de un trapo sucio con nombre de movimiento o partido.

Vista esta pringosa trayectoria uno se admira de cómo todavía está libre Correa. La pregunta es simple: Si Glass está preso, y Cayapa también, si Rivera y otros están tras las rejas, si el repugnante Carlos Pólit se encuentra en su auto exilio dorado, es increíble que Correa y Moreno sigan campantes dándose puñetazos en el cuadrilátero de la traición o de la supuesta fidelidad de unos principios que nadie sabe en qué consisten que no sean el mantenimiento del capitalismo y la propiedad privada.

Ahora ya Correa no puede disponer de la plata del pueblo para su eterno show de las sabatinas y su vida en eterna campaña electoral, aunque todavía Moreno le pague, con plata del pueblo, guardaespaldas con rango diplomático en Bélgica.

Se da el caso de dos contrincantes muy exitosos, cada cual en su esfera, que temen sacar todos los trapos sucios o quitar la alfombra para no serrucharse el piso que lo han venido compartiendo en esta malhadada década para el pueblo trabajador y de éxito y pingües ganancias para ellos y los integrantes de su movimiento.

Pero este panorama gris no significa dar nuestro respaldo a los opositores capitalistas que se encuentran en la sombra para luchar por sus intereses de capital y ganancia. No merecen nuestra confianza ni siquiera aquellos que pescaron a río revuelto y se juntaron a mafias y sectores de la burguesía, la CIA o el imperio para su lucha de denuncia y malestar frente a la dictadura capitalista de Correa. Opositores que lo han sido porque había un dictador que vocifera o les niega un empleo o un beneficio, son simples opositores de estómago o de comodidad. Se parecen a los mismos que denuncian y combaten, porque carecen de principios, buscan como ellos más pitanza y poder.

La fiscalización de diez años de correísmo, los juicios políticos a la plana mayor de Alianza País y su penalización, son necesarios, pero no suficientes. Y Moreno a lo mejor no puede ser juez y parte en este proceso. La Consulta Popular no subsana los preparativos de los colmillos de la burguesía, los banqueros y los oportunistas de clase media que sueñan en atracar el erario nacional. No remedia la máquina terrorífica de la propiedad privada y sus voceros fletados por el capital.

 El país necesita un verdadero partido revolucionario que acabe con el capitalismo sea éste suave, de mano extendida o de mesa servida arrogante y salvaje. No un partido para engrosar con sus clientes nuevos ministerios y puestos burocráticos o para engordar a podridos dirigentes sindicales o asquerosos ponchos dorados de la pequeña burguesía campesina. No uno de hombres que supuestamente son analistas o políticos porque buscan una silla en la asamblea o gritan en las plazas buscando una gaseosa o un sánduche.

 Ahora dos bandos se pelean a dentelladas por ese trapo sucio de un movimiento llamado Alianza País, que no ha significado sino fraude, una década de hambre y prepotencia para las masas pobres. Cuando la plata se acaba los corderos se vuelven fieras y los ñaños en ideología se inventan diferencias para luchar por un pingajo más para su estómago. Los más hambrientos e irredentos hasta crearán otro movimiento o partido, es lo que pasa siempre. Pero ninguno de los dos bandos sirve para nada que no sea reproducir el capital y la propiedad privada.

Ahora más que nunca debemos construir un partido basado en la equidad social y el más alto humanismo, en el socialismo científico, que es la única esperanza no solo para Ecuador sino para toda la humanidad.




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