Qué mismo es la democracia?

Putin y Trump, héroes de la democracia
 
¿Qué mismo es la democracia?

( Parodia griega en Venezuela)
Por Fabián Núñez Baquero
04/02/19

Uno de los males más grandes de la vida política, según Platón, es la ambición material de los políticos. Era, ciertamente, un mal que no estaba ausente en la envilecida democracia de su tiempo.
William K.C. Guthrie.- Los filósofos griegos

La cita de Guthrie es muy pertinente. Y esto porque se supone que fue en Grecia donde se inició o se inventó la democracia. Pero la ambición material no solo fue una de las virtudes de los políticos demócratas sino que Guthrie se refiere como perteneciente a todos los políticos, según Platón. 

De modo que bien podemos decir que Platón no hace distingos entre demócratas, aristócratas, oligarcas o tiranos y como es natural no hay diferencia, en esto de la ambición material, entre aristocracia o timocracia, dictadura o democracia o plutocracia y oligarquía. Todos iban a lo suyo, a la conquista de sus ambiciones materiales. Guthrie señala, con la alta precisión que le caracteriza, que esto sucedía en la envilecida democracia de su tiempo, del tiempo de Platón, naturalmente.
 
Esta realidad implica que desde la cuna la democracia estaba ya corrompida porque sus cultores o aficionados detentaban una seducción mayor: el culto a la codicia, a la avidez por el dinero. Y no importaban las supuestas diferencias de clase: los plutócratas amaban el vil metal como lo hacían aristócratas u oligarcas, demócratas o tiranos. Para cada una de estas clases o individuos todos sus actos estaban encaminados al solo fin de enriquecimiento. 

El mismo Platón creía que debían gobernar los aristócratas y sus hijos y Aristóteles festejaba el sistema esclavista y hasta acuñó un sobrenombre para los esclavos: máquinas parlantes.
Platón y Aristóteles vivieron en un mundo de producción basado en manos esclavas. Y no hay que olvidar que el esclavismo poseía su forma correspondiente de propiedad privada.
 

Como todos perseguían la misma meta de apropiación privada- aunque los métodos de acceso al poder eran distintos- había un acuerdo tácito para mantener las mismas instituciones: el sistema de gobierno, la votación o elecciones para cargos públicos, la ideología religiosa, la educación, el arte, las relaciones exteriores ,etc,.

 Nada cambiaba, solo el nuevo personal que venía a mandar y disfrutar de los bienes de la sociedad. Para este ejercicio disponían de un discurso refinado de patriotismo y de pretendida entrega al servicio de los demás. 

El término griego democracia quería decir gobierno del pueblo, pero el pueblo- sin que siquiera se den cuenta- significaba cada individuo aspirante al gobierno quien al menos debía tener una base de riqueza personal para ser aspirante a cualquier magistratura. El pueblo llano o los esclavos ni siquiera podían pensar en algo tan distante como un puesto de elección gubernamental. 

 En la práctica los saqueadores políticos, con diferentes membretes partidarios y niveles de clase se parecían como un gemelo a otro. Solo que cuando la clase de los tiranos, por ejemplo, demoraba mucho en el poder, los demócratas disparaban un discurso más refinado y apelaban al pueblo para su reemplazo mediante votación: los mismos que votaron por los antiguos señores ahora votaban por los nuevos esclavistas de ropajes nuevos. 

El pueblo siempre fue el instrumento manipulado por esas clases sociales para tomar y justificar su poder de ellas.

Si la democracia surgió y se desarrolló ya degenerada en Grecia, no es de extrañar que ahora sea una consecuencia más aguda y consciente de esa degeneración de hace más de dos mil quinientos años. La humanidad repetitiva y falta de imaginación vuelve a este ritual democrático repugnante cada día y su apelación al pueblo es más repulsivo cada vez.

Es cosa de risa ver y oír a los santones de la democracia defendiendo al pueblo de Venezuela. No se sabe cuál cause más hilaridad, si el beato Donald Trump, instalado en la democracia más rica y depredadora del mundo, o el mismo gendarme de Rusia , Vladimir Putin, interesado en que su principal competidor en petróleo caiga para remplazarlo.

Y los imperialistas chinos no hay duda que piensan pescar a río revuelto con su sistema de un solo país y dos métodos de robo: al proletariado chino y al mundial. Las oligarquías europeas defienden una democracia acomodaticia y sui generis que es un reflejo de la bastarda que practican casa adentro basada en la desigualdad. Y apuestan naturalmente por el mejor postor en la puja capitalista.

En todo el globo hay dos bandos cada cual más chistoso: el de los que buscan tumbar a un régimen como el de Maduro, que lo disfrazan de socialista aunque ni remotamente sepan lo que es socialismo. Y el otro de los que creen seriamente representar a los pobres, al proletariado y que siguen ciegamente la democracia, el denominado régimen de derecho que no es otro que el régimen de derecha a escala internacional. 

Y al interior de Venezuela se combaten dos tendencias salvajemente depredadoras: la oposición capitalista, a la cabeza de la cual está Guaidó; y la capitalista- gobiernista con careta socialista, capitaneada por Maduro.

Y lo cómico absoluto: todos los bandos dicen defender la democracia, el régimen de derecho que no es otro que el régimen de derecha en todo el mundo. Y lo más cómico todavía: ¡los dos bandos tienen razón porque manipulan al mismo pueblo para defender los intereses que no son del pueblo sino del régimen de derecha mundial!

Como siempre en medio de esta tragedia se encuentra el proletariado que no tiene a quién volver los ojos, que no está representado por ningún bando. En la Grecia clásica los temas trágicos los poetas los tomaban de la oligarquía o tiranía dominantes, ahora habría que tomarlos del castigado, sufrido proletariado.

La democracia es eso, un régimen capaz de usar al pueblo en su nombre para intereses que no son los suyos. Un sistema político donde todos los bandos tienen razón si se trata de mantener el cadáver jugoso de la democracia, es decir del sistema basado en el lucro a través del estado, la máquina que succiona, chupa el alimento de los trabajadores y el pueblo.

Los aristócratas griegos pueden y deben estar orgullosos de haber inventado la democracia, un instrumento útil para el embobamiento de millones de descamisados que abren la boca ante un nuevo candidato o ante las elecciones mientras le vacían los bolsillos y el estómago.

Les digo en serio: es posible vivir sin Trump o Putin, sin Guaidó y sin Maduro. Y lo más decisivo: es posible vivir sin democracia, sin estado ni logreros ni vividores políticos.

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