Por un Frente Único Obrero-campesino


Quito, noviembre del 2008

FRENTE ÚNICO DE TRABAJADORES


La recesión de la economía capitalista producida por la crisis financiera que explotó en el centro del imperialismo mundial, revela claramente que las leyes descubiertas por Marx, sobre el colapso capitalista, tienen plena vigencia, y señalan inequívocamente que la revolución permanente, elaborada por Marx, desarrollada por Trotski y aplicada por Lenín en el umbral mismo de la revolución rusa, es la única vía para que la clase obrera internacional tome el poder en nuestro país, imponga su dictadura a través de un gobierno obrero campesino, realice las tareas democráticas de liberación nacional, y desarrolle políticas plenamente socialistas.
Dentro del caduco y reaccionario modo de producción capitalista, la acumulación de las ganancias conduce inexorablemente al monopolio del capital, lo que produce un constante decrecimiento de la tasa de ganancias, por lo que los capitalistas elevan cada vez más la composición orgánica del capital, dando preferencia a la tecnología y minimizando la fuerza laboral, la única que crea valor dentro de este sistema, determinando con esto una cada vez más brutal extracción de la plusvalía de los trabajadores: rebajando sus salarios y aumentando el desempleo, lo que hace cada vez más finito el mercado capitalista al reducir la demanda de las masas, con lo que se incrementa la miseria y se genera inflación, depresión, recesión y, finalmente, la guerra, “para ampliar el mercado”, exterminando a los pobres.
Como la oligarquía local ha sido, es y será incapaz de ejecutar la liberación nacional, por sus vínculos económicos con el Imperio, y como los dirigentes de clase media también lo son, por su subordinación pusilánime ante la oligarquía y por su “esperanza” arribista de igualar a ésta, defendiendo a capa y espada el capitalismo, a costa de los trabajadores; la liberación la debe realizar la clase obrera, conjuntamente con sus hermanos de clase, los campesinos pobres.
Para implementar estas políticas -ejecutar las medidas democráticas y las tareas propiamente socialistas, manifestando así el carácter permanente de la revolución-, los trabajadores requieren liderar la lucha por tomar el poder, a través de un partido revolucionario de la clase obrera y con un programa socialista internacional, basado en su independencia política, esto es, rompiendo definitivamente con cualquier política de conciliación o compromiso con las clases enemigas de la clase obrera: la burguesía y la clase media.
La lucha de clases desarrollada en estas últimas décadas ha sido muy significativa y profundamente aleccionadora para los trabajadores. Desde la huelga con ocupación de fábricas hasta la elección de Correa, pasando por las insurrecciones callejeras, cada una de estas manifestaciones ha dejado claro que los trabajadores desean tomar el poder, sobrepasando en los hechos a sus dirigentes, pero la falta de una dirección genuinamente revolucionaria siempre los ha terminado subordinando al sistema constituido.
Seguir confiando en los “militares progresistas”, en los “empresarios progresistas”, en un “capitalismo más humano”, en el “mal menor”, y en cualquier político que insista en mantener la propiedad privada de los medios sociales de producción, nuevamente develará que los dirigentes de los trabajadores ya no los representan, que no están a la altura de las circunstancias, y que el proletariado debe cuanto antes crear una dirección verdaderamente revolucionaria que guíe toda la energía y la pasión que han demostrado los trabajadores de base en cada lucha que han librado contra todos los defensores del capitalismo.
Como parte de la lucha política por construir esa dirección revolucionaria de la clase obrera, es viable la edificación de un Frente Único de los trabajadores, donde los distintos componentes: partidos, movimientos y organizaciones proletarias, gocen de todas las garantías democráticas para mantener su autonomía, su independencia política y su derecho a permanecer dentro o salir del Frente; a luchar honestamente en el interior del Frente por su ideología, haciendo agitación política para ganar la adhesión de sus miembros al programa y a las tácticas por las que uno lucha; a discutir, criticar, rechazar o aprobar las decisiones que tomen los integrantes del Frente Único; y a cumplir deberes, a ejecutar responsable y concientemente, fuera o dentro del Frente, todas y cada una de las resoluciones a las cuales se haya comprometido en una alianza . La persona y/o el colectivo que claudique o traicione estos principios, deben ser denunciados públicamente y separados del Frente al instante.
El Frente Único, la Unidad de todos los trabajadores, debe darse en torno a un Programa Político Proletario. La organización es consecuencia de la Política, por tanto, si existen acuerdos concretos sobre los puntos del Programa Político que se va a defender a través de la lucha política, el nombre del Frente que se exponga ante la opinión pública surgirá como fruto de estos acuerdos. No al revés.
Si estamos de acuerdo en luchar contra la propiedad privada de los medios de producción, entonces firmamos el acuerdo y luchamos juntos. Si no estamos de acuerdo en esto, pero estamos de acuerdo en luchar por la revolución agraria en el Ecuador, entonces luchamos juntos por este punto concreto, y cada quien lucha por ganar a los miembros del Frente y a las masas para que entienda la necesidad de luchar por la destrucción de la propiedad privada o por lo contrario, sustentándolo, y de frente, sin ocultarlo ante nadie.
¿No es esta política la que ha estado ausente desde siempre dentro del movimiento obrero ecuatoriano?
Y que, ¿hay que seguir teniendo miedo a perder el estatus que permite la institucionalidad a los que simplemente están en la oposición, siendo “revolucionario” y queriendo “cambiar” las cosas con reformas cosméticas, pero sin luchar por liquidar completamente la esencia del poder de la burguesía y de su estado capitalista: la propiedad privada?
Es fácil ser “revolucionario” y “socialista” cuando se tiene todo y, por eso mismo, no se va hasta las últimas consecuencias. La radicalidad no es más que ser práctico y atacar la raíz de las cosas. La subversión solo es hacer realidad la versión de los de abajo. Marx decía que “Los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos. Proclaman abiertamente que sus objetivos solo pueden ser alcanzados derrocando por la violencia todo el orden social existente.” La pregunta es, ¿están de acuerdo con esto? O no. Quienes no lo estén, bueno, sigan defendiendo el sistema de las ganancias que procrea corrupción e inequidad. Todos cuantos estamos a favor de esto, diremos con el viejo Marx, que “Las clases dominantes [y sus testaferros] pueden temblar ante una Revolución Comunista. Los proletarios no tienen nada que perder en ella más que sus cadenas. Tienen en cambio, un mundo que ganar.” [Manifiesto Comunista]
En las elecciones burguesas que tendrán lugar en marzo-abril del 2009, El Frente Único debería exponer un programa que sea de transición entre las tareas actuales y las de la revolución socialista, un programa que sirva para ganar la simpatía de las masas oprimidas, para organizar a los trabajadores, para forjar y templar a la dirección proletaria, y para revelar que la única forma de ejecutarlo es mediante la imposición de un gobierno obrero campesino.
Programa de transición
Escala Móvil de salariosLa incapacidad de la burguesía tiene a la economía mundial en recesión. La política de los capitalistas, como la de los reformistas, siempre hace caer sobre los trabajadores todo el peso del desorden de los sistemas monetarios y otros males del caduco capitalismo.
Para salvar las ganancias, los capitalistas saquean el dinero de los trabajadores [en el feriado bancario ecuatoriano se robaron más de 8.500 millones de dólares; y ahora en Estados Unidos, se roban más de 700.000 millones de dólares], y como si esto no fuera poco, además arrojan al abismo del pauperismo a las masas oprimidas de la sociedad, incluida la clase media, aumentando el desempleo y la carestía de la vida.
Las tasas de desempleo en los principales países industrializados bordea el 10%, y en los países subdesarrollados esta cifra se duplica. Ahora mismo, el salario medio de 200 dólares que gana un trabajador ecuatoriano no alcanza ni siquiera para comprar media canasta básica de alimentos.
Contra la carestía de la vida, que tomará un carácter cada vez más desenfrenado mientras la crisis económica del capitalismo se profundiza, solo se puede luchar bajo la consigna de una escala móvil de salarios.
Para defender la vida, los salarios deben elevarse automáticamente, de acuerdo al alza de precios de los artículos de consumo.
Escala Móvil de horas de trabajo
Bajo la amenaza de su propia desintegración, los trabajadores no pueden tolerar la transformación de una parte creciente de los obreros en desempleados crónicos, que viven de las migajas de la sociedad en descomposición.
El derecho al trabajo es el único derecho serio que le queda al obrero en una sociedad fundada sobre la explotación. Sin embargo, este derecho se le arrebata a cada instante.
Contra el desempleo, tanto “estructural” como “coyuntural”, es tiempo de lanzar la consigna de una escala móvil de horas de trabajo.
Una dirección conciente de los trabajadores debe luchar por unir a los que no tienen trabajo y a los que lo tienen en la solidaridad de una mutua responsabilidad.
El trabajo existente debe repartirse entre todas las manos obreras existentes, y así se determina la existencia de la semana de trabajo. El salario promedio de cada obrero sigue siendo el mismo que actualmente gana.
El salario con un mínimo estrictamente asegurado debe seguir el movimiento de los precios. Ningún otro programa puede ser aceptado en el actual período de transición.
Los propietarios y sus abogados demostrarán cuan “irrealizables” son estas reivindicaciones. Los capitalistas “más honestos”, sobre todo los que marchan a la ruina, invocarán además sus libros de contabilidad. Los trabajadores deben rechazar tales argumentos y referencias.
Se debe preservar al proletariado de la decadencia, de la desmoralización y de la ruina. Esta es una cuestión de vida o muerte para la única clase creadora y progresista de la sociedad, y por lo tanto, del futuro de la humanidad.
Si el capitalismo no es capaz de satisfacer las exigencias que surgen de los males que engendra, entonces debe perecer.
La “posibilidad” o “imposibilidad” de realizar las reivindicaciones es una cuestión de relaciones de fuerzas que no puede ser resuelta sino por la lucha política. Por medio de esta lucha, no importa cuales puedan ser sus éxitos inmediatos, los obreros comprenderán de la mejor manera la necesidad de liquidar la esclavitud capitalista.
Revolución agraria
Frente a la arremetida del gobierno capitalista de Correa contra los campesinos pobres, contra su política de puertas abiertas al capital transnacional que obtiene concesiones de miles de hectáreas de tierra, “con indios y todo”, a precios de huevo podrido, contra la minería a cielo abierto que arrasa la tierra y envenena el agua, el medio ambiente y la vida, se debe luchar ya por la Revolución agraria.
Es indispensable luchar por la eliminación de la propiedad privada de la tierra; por la entrega en usufructo de la tierra a los trabajadores del campo; por la planificación y control de los trabajadores del campo sobre la producción; por la mecanización del campo.
Banco Único y crédito barato para dinamizar la economía
Confiscación sin pago de todo el sistema financiero y bancario. Creación de un sólo sistema unificado, el banco único, bajo control obrero, que es la única forma para democratizar el crédito y para que este sea barato, para beneficio de la micro empresa, de los artesanos, y para dinamizar la economía nacional.
Control obrero sobre la producción
Los trabajadores son los que en los hechos hacen funcionar una fábrica o una empresa. Sin ellos, éstas se liquidan. Es hora de luchar por instaurar la planificación y el control obrero de la producción.
Luchar por la eliminación de la propiedad privada de los medios sociales de producción. Por la expropiación sin pago de todas las empresas transnacionales instaladas en el país, así como de fábricas y empresas nacionales en poder de los capitalistas; y por entregar los medios sociales de producción, en usufructo, a la clase obrera.
Creación de una milicia obrera campesina
Desmantelamiento de las Fuerzas Armadas y la Policía. Crear el Ejército obrero-campesino.
Consejos obrero-campesinos o Parlamento popular
Instauración de los consejos obreros-campesinos o Parlamento popular, y de las Cortes Populares de Justicia. No pago de la Deuda Externa. Expulsión de la base militar estadounidense instalada en Manta, y de todos los organismos imperialistas como el Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, USAID, etc. Unidad con todos los obreros del mundo en la lucha por la revolución socialista mundial.
Obra pública
Usar los recursos de la Reserva Monetaria para destinarla a la construcción de vivienda, obra pública y servicios necesarios para toda la población.

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