Cuestionada Teoría Geocéntrica de la vida


Bodegón con manzanas- Elena Narkevich

Cuestionada la teoría geocéntríca de la vida
Por Fabián Núñez Baquero
22/09/2008
Un equipo de científicos españoles ha descubierto en el espacio, a 700 años luz de la Tierra, una molécula muy compleja llamada naftaleno, la misma que al hacer irradiada con rayos ultravioleta y combinada con agua y amoníaco, produce aminoácidos fundamentales para el desarrollo de la vida y naftoquinonas, sustancias precursoras de las vitaminas. La noticia subraya:
Su detección sugiere que buena parte de los componentes clave en la química prebiótica terrestre podrían haber estado presentes en el material interestelar a partir del cual se formó el Sistema Solar.
El naftaleno se encuentra también en los meteoros que han bombardeado la Tierra con mayor fuerza antes del aparecimiento de la vida. Este descubrimiento trae a colación lo que el gran científico inglés Fred Hoyle insinuaba cuando se encontró el meteorito de Tunguska- la referencia está en su libro El Universo Inteligente-, en el cual se habría encontrado materiales fundamentales para la vida. Es más, Hoyle sugería que los cometas son los que transportan con mayor frecuencia la química de la vida y ejercen una labor como si fueran quienes depositan esas semillas en los planetas. Lo que nos hace afirmar que los cometas serían una especie de espermatozoides del universo. A más de eso él cuestionaba con buenos argumentos la teoría de Darwin y, sobre todo, la concepción de que la vida fuera oriunda de la Tierra.
Hasta llegó a decir que estos materiales al caer en la Tierra eran responsables de ciertas epidemias que se propagaban y que los médicos atribuían a diferente origen. Señalaba que había muchas formas de vida molecular que resistían altísimas temperaturas. Esto coincide con la afirmación de los científicos españoles Susana Iglesias Groth, Arturo Manchado y Aníbal García, del Instituto de Astrofísica de Las Canarias, que la química prebiótica terrestre habría estado presente en el material interestelar desde la misma formación del Sistema Solar, lo que implica que ese material resiste temperaturas elevadísimas, tanto como bajo cero.
Ahora bien este descubrimiento viene a cuestionar en toda la línea las concepciones del origen y la formación de la vida en este planeta, uno de cuyos libros clásicos ha sido el famoso El origen de la vida de Oparín, muy conocido y divulgado por los estalinistas en colegios y universidades. La vida no es de origen- ni podría serlo- terrestre. Es muy probable que también en biología- y no sólo en astronomía- hayamos sido geocéntricos, así como en lo demás tendemos siempre a ser antropocéntricos. Además, ese afán casi irracional de muchos escritores de ciencia ficción y científicos idealistas de señalar la posible filiación extra planetaria del hombre, encontraría ahora una explicación científica pero ya con un descubrimiento real, y no como producto de abducciones o de ficticias visitas de seres extraterrestres.
La vida, entonces, es un fenómeno consustancial a la misma materia y no sé si podemos llamarla fenómeno y sí mas bien, la esencia misma, o uno de los factores esenciales de la realidad universal de la materia en su eterna transformación.
Por supuesto sólo la filosofía del materialismo dialéctico ha planteado siempre la naturaleza material de la vida como resultado de leyes endógenas a la realidad objetiva. Talvez sea bueno recordar, en este sentido, las contundentes palabras de León Trotsky al respecto:
Llamamos materialista a nuestra dialéctica porque está basada no en el cielo ni en nuestro “libre albedrío”, sino en la realidad objetiva, en la naturaleza. La conciencia surge de la inconsciencia, la psicología de la fisiología, el mundo orgánico del inorgánico, el sistema solar de las nebulosas. En todos los eslabones de esta cadena, los cambios cuantitativos se convirtieron en saltos cualitativos. Nuestro pensamiento, incluido el pensamiento dialéctico, no es sino una forma de expresión de este mundo cambiante. En este sistema no hay lugar para Dios, ni el destino, ni el alma inmortal, ni para normas, leyes ni morales eternas.

En todo caso lo distintivo de este descubrimiento es que no sólo confirma las concepciones del materialismo dialéctico, sino que, además, determina la inobjetable presencia de la vida coetánea e incluso anterior a la formación del sistema solar. Y si es anterior a la formación del sistema solar, entonces podemos decir con toda verdad que la vida no surge en ningún planeta e, incluso podríamos generalizar que la vida está presente como factor endógeno consustancial a la materia misma. Y si esto es así, podemos con mayor osadía afirmar, entonces, que la vida, como la misma materia de la cual es factor y parte, no ha surgido nunca en tal o cual planeta, en tal o cual sistema estelar, sino que es eterna en el tiempo y en el espacio, eterna en el todo y en la parte.
Pero la vida así en posibilidad, en presencia siempre eterna, sería una semilla que se dispersa en todos los planetas inimaginables del universo, pero sólo florece, se desarrolla y fructifica en aquellos cuyas condiciones son aptas para su florecimiento.
Podríamos- a la vez- lanzar una afirmación que puede aparecer como negativa o discriminatoria, pero de todas formas lo hacemos: la existencia de aquellos planetas aptos para el desarrollo de la vida de ninguna manera es muy general que digamos. Diríamos, incluso, que siendo la vida un fenómeno altamente selectivo y elaborado, para cuya realidad se necesitan millones de millones de años de preparación estelar, son muy pocos, poquísimos los planetas en el universo que disponen de un hábitat adecuado para desarrollar la vida.
Si la última afirmación tiene sentido, deberíamos cuidar la vida en la Tierra de tal manera y con tal devoción como si fuera acaso la única que existiera en el universo.
Y, para culminar, si acaso hay muy pocos planetas que detentan la vida, por las enormes e insalvables distancias que nos separan de ellos, a lo mejor nunca llegaremos a saber con certeza ni de ellos ni de la vida que se desenvuelve en su hábitat.

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