La Filosofía del marxismo


El revolucionario Ciclotrón del CERN

La dialéctica y la urgencia del socialismo científico
Por Agustín Barrios
21/08/2008
La lógica no es la ciencia de las formas exteriores del pensamiento, sino de las leyes del desarrollo “de todas las cosas materiales, naturales y espirituales”, es decir, del desarrollo de todo el contenido concreto del mundo y de su cognición, o sea, el resultado, la suma total, la conclusión de la historia del conocimiento del mundo.
V.I. Lenin- Resumen de la Ciencia de la Lógica

La unidad del mundo consiste en su materialidad. La materia es el mundo y el mundo es material. No hay nada en el mundo que no sea materia, incluido el cerebro humano, su materia gris. El mundo es uno y diverso, por eso es universo. Y cuando decimos universo decimos realidad objetiva, mundo externo, movimiento material. No existe movimiento sin materia, la modalidad esencial de la materia es el movimiento. No existe nada estático, la inacción no tiene base ni realidad. El movimiento no es sólo de origen externo, es ante todo de carácter endógeno, todo se mueve por la contradicción interna de los opuestos que generan el auto movimiento. El movimiento es el resultado de la oposición, lucha y transformación de un contrario en el otro, los contrarios están enfrentados al interior de todas las cosas, el hombre, la naturaleza, la conciencia.
Estas expresiones son repetidas de una u otra forma por los grandes materialistas dialécticos desde Marx a León Trotsky. Ellos insistieron en la necesidad de la comprensión filosófica, científica de la realidad. Y encontraron que ningún método podía explicar mejor el movimiento material y su reflejo en la conciencia que el materialismo dialéctico e histórico. Sin este método no es posible comprender los desarrollos complejos de la historia, la ciencia y la tecnología, así como tampoco el comportamiento humano y la psicología. Y lo que es más importante, este es un conocimiento que de ninguna manera tiene algo que ver con el saber o el conocimiento de las clases dominantes, porque es un conocimiento para la transformación del mundo, de la sociedad y la conciencia, que no posee ningún interés para la burguesía retrógrada y contrarrevolucionaria. La lógica dialéctica es a la vez una teoría del conocimiento, una ciencia y un arte, es un arma imprescindible para la revolución socialista internacional.
Nadie puede negar, en efecto, que el mundo, el universo es una unidad inconmovible: esta constatación nos ha permitido descubrir las leyes físicas y químicas de la materia en movimiento, la misma que encontramos en los astros y las amebas, el hombre y los átomos, las moléculas y los sistemas estelares. El auto movimiento material basado en el choque y transformación de los opuestos nos ha llevado a la comprensión de la transformación permanente que sufre la realidad, nuestro cuerpo y la conciencia. La unidad del Cosmos (un nombre dado por los griegos al orden material) nos ha permitido llegar a la generalización hoy aceptado por los científicos más capaces de que las mismas leyes que rigen nuestro sistema solar y en planetas como la Tierra, rigen en todos los sistemas estelares no importa qué tan distantes estén de nuestra vista, o de los telescopios o electro-telescopios.
Si las mismas leyes determinan el auto movimiento material de la naturaleza es más fácil colegir que- de igual manera- las mismas leyes generales están presentes en las ciencias denominadas ciencias naturales, en las ciencias sociales, en la humanidad, la historia y la conciencia humana. Si hay en el universo, en la totalidad, las mismas leyes es porque todas las cosas tienen una raíz común: el hombre es naturaleza, la naturaleza está en el hombre y las leyes de ésta, por supuesto, también rigen en él, sea consciente o no de ellas. Todos los grandes filósofos y sabios buscaron la unidad de origen, la ascendencia común de los animales, las plantas, los astros y las moléculas. Y Goethe afirmaba que existía un ascendiente común de las especies. Es claro que la materia en auto movimiento es la base, el ascendiente común de toda la realidad objetiva, las plantas y animales, la sociedad y la conciencia.
Estas afirmaciones que aparecen como simple opinión y que son atacadas por los intelectuales pequeños burgueses no anulan , por supuesto, la especificidad de cada disciplina o ciencia porque el materialismo dialéctico parte siempre de la unidad y la diferencia de la materia y de los opuestos que la dominan, del todo y de las partes. Y, como es obvio, encuentra la diferencia entre la esencia y el fenómeno, la forma y el contenido, lo simple y lo compuesto. Pero la diferencia entre estas categorías no es absoluta sino relativa.
Para el materialismo dialéctico no existe la simple identidad que es enseñada como axioma en las universidades burguesas. En todo proceso, sea material o de conocimiento, hay un momento de igualdad- es decir de aproximada similitud- pero nunca de identidad de los opuestos. Para la dialéctica materialista las cosas son y no son al mismo tiempo. La igualdad se cambia en desigualdad, la parte en el todo, el todo en la parte, el cambio paulatino en salto, la evolución en revolución.
Hay, desde luego, una dialéctica de la consciencia que- como decía Trotsky- tiene hasta cierto punto una autonomía, una dinámica creadora, pero que, en última instancia, no puede deslindarse de su base material, objetiva. Las relaciones entre la conciencia dialéctica y la realidad dialéctica fueron estudiadas por Lenin y Trotsky entre otras obras, sobre todo en sus Cuadernos Filosóficos. Es evidente por sí mismo que una cosa es la realidad y otra el pensamiento, el reflejo que nos hacemos de ella. Pero si somos naturaleza, materia en movimiento, cuerpo concreto, llevamos en nosotros mismo las leyes y la capacidad de expresarlas en conceptos, siempre y cuando nuestro cerebro esté entrenado debidamente para captar la realidad, prever sus fenómenos, reproducirlos o transformarlos conforme a las propias leyes de la naturaleza.
La importancia de la dialéctica se encuentra sobre todo en esta relación de mente y cuerpo, de universo y conceptos, de realidad objetiva y verdad objetiva, de previsión y conocimiento del mundo y la sociedad para transformarlos partiendo de sus propias leyes. Esta relación plantea la cuestión de hasta qué punto la verdad objetiva reproduce la realidad objetiva. Y lo que es más importante: hasta qué punto la facultad autónoma de la dialéctica consciente no sólo que se anticipa a los desarrollos naturales, históricos, sociales, económicos, sino que puede reproducirlos de forma más refinada anticipando y haciendo que las leyes funcionen conforme a la dinámica más progresiva o revolucionaria de la realidad viva.
En esta relación está presente la construcción de los cuadros marxistas revolucionarios y el problema de introducir la conciencia socialista entre la clase obrera y las masas oprimidas. Si los obreros y los pobres supieran manejar estas leyes y reproducirlas en su vida cotidiana, entonces la revolución socialista ya se habría dado por lo menos en el siglo anterior. Es más, no necesitaría para nada construir un partido revolucionario y, peor aún, un programa socialista internacional. La dialéctica consciente no es un fenómeno espontáneo, aunque parte de la experiencia de milenios de la especie humana y de las colosales deducciones de sabios y filósofos materialistas.
La dialéctica es de extrema y definitiva relevancia no sólo en relación a la historia y a los hechos sociales y económicos, sino que estos mismos fenómenos y su comprensión dialéctica entran en fusión, en coordinación entre el partido consciente materialista y la clase obrera y masas amorfas y su realidad objetiva cotidiana e histórica. El grado de distancia entre el desarrollo consciente de la revolución socialista y el atraso de las masas es un coeficiente que marca con plena y viva exactitud el estado de desarrollo de la vanguardia revolucionaria. Y esto es dialéctico: las masas no pueden desarrollar su conciencia marxista, aún a pesar de estar en condiciones revolucionarias, enfrentadas a la crisis y agonía del capital, debido a la falta de un partido socialista revolucionario; pero, a la vez, este partido revolucionario está trabado y osificado en la posibilidad de crecimiento teórico y acción revolucionarios a causa del atraso de la conciencia socialista en las masas explotadas, lo que a éstas no les permite ver la necesidad urgente de su creación y desarrollo. La lucha por la implantación y el crecimiento de la conciencia socialista en el partido y entre las masas laborales es una tarea- la más sofistificada- y la acción más decisiva de la vanguardia revolucionaria.
Para un profesor común y corriente no existe otra realidad que su profesión, su gremio y los problemas que surgen de él. Un obrero sindical ve todos los fenómenos con la lupa de su sindicato y su contrato personal o colectivo. El ecologista sólo ve la destrucción de la naturaleza y sus recursos, sueña volver talvez a la época gigante de los dinosaurios o de las cavernas cuando nuestros antepasados ni siquiera conocían la existencia de minerales o recursos naturales, peor su utilización. La chica esnob pretende respuestas y explicaciones sólo para sus intereses particulares o para responder a lo que la burguesía pone en sus periódicos o en sus canales de televisión. El trabajador de la salud o de la fábrica, el agremiado comerciante minorista, en general, cada individuo en la sociedad capitalista ve sólo la periferia de su persona y de su organización, pero no va más allá. Es imposible ver la unidad del género humano, sus leyes, sus tendencias, el modo de producción en el cual vive, su naturaleza de clase, etc, sin el partido revolucionario que debe y puede manejar la dialéctica materialista.
En general las personas sometidas al modo de producción capitalista actual están marcadas por el individualismo y creen en general que una revolución socialista es un mundo como el de ahora pero con más recursos económicos para todos. Pero el socialismo es algo más que esto: plantea en esencia el ejercicio de la plena realización de cada individuo, sin la compulsión del trabajo asalariado, sin fronteras, sin papeles, burocracias, sin nacionalismos ni discriminaciones de ningún tipo, con la capacidad productiva de todos al nivel jamás antes soñado.
La dialéctica socialista consciente nos hace prever- que si la clase obrera construye a tiempo este partido- le será difícil al capitalismo sobrevivir a su necesaria e irreversible autodestrucción histórica e imposible generar la liquidación de todo el planeta. Pero puede hacerlo si la dialéctica y el socialismo científico no se hace carne y sangre del proletariado y masas oprimidas, como arma para la revolución socialista necesaria.

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